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Hoy de regreso a uno de mis movimientos estéticos favoritos: el Neorrealismo italiano. Todo lo que este implica es fascinante. Las personas que actúan y no son actores, la espontaneidad de la imagen,el reconocimiento de la realidad inmediata, el registro histórico que implica su mera existencia. Además, es en los tiempos de posguerra, que el hombre vuelve a encontrar el valor de lo fundamental;cuando regresa a la esencia de las cosas.
“Ladrón de Bicicletas” de Vittorio de Sica es un verdadero ejemplo de todas estas cuestiones estéticas. También, en estos tiempos de la mentada crisis(crisis sempiterna, en el caso de México), vale la pena analizar en este largometraje cómo se relacionan las emociones del protagonista con la situación social.
Antonio Ricci atraviesa su propia historiacon un grado cada vez más manifiesto de descontento personal y fatalidad. En todo momento interpreta su situación de desempleo y desesperación como una cuestión puramente personal, psicológica,emotiva atribuida sólo a su suerte. La continuidad emotiva en la película es la de atribuir el propio destino del protagonista a una especie de providencia secular con la que se muestra descontento, pero ala cual no acaba de comprender (ni se esfuerza en hacerlo).
La falta de participación en una colectividad aparece a lo largo de la obra, pero es compensada con los actos de solidaridad del líder delsindicato, amigo suyo, que le ayuda a buscar su bicicleta robada en el mercado, así como los apaños de su mujer con tal de salvar la entrada de recursos en la familia. Más que en una conciencia o unalucha de clase, Vittorio de Sica nos presenta a un individuo desamparado e inerme frente a una injusticia acometida particularmente y concretizada en el robo de su bicicleta, pero, eso sí,extrapolable a las infamias y el robo en contra de una clase obrera y trabajadora que permanece inconciente e indefensa.
En un momento determinado de la película, en el que podría verse como el de mayor...