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Critica y estilo literarios en
Eugenio Maria de Hostos
Estamos ante un hombre integramente fuerte. Estamos ante un caracter que jamis claudic6. Porque no contaba con el
exito minusculo. Y fue, en su propia tierra, perdedor de esas
posiciones fugaces que tantas veces se facilit lna la mediocridad
opaca y plegadiza. Pero qued6 inmortalizado en el pensamiento de America: por el brio de sucerebro orientador; por la
norma de su existencia ejemplar; por la doctrina de su apost6lico credo. El don de menospreciar la derrota de pequefias
dimensiones fue maximo bien de su sabiduria. Como si presintiera, de hecho, adelantindose a la observaci6n de un comentarista de nuestro tiempo, que la politica debe ser el estudio de la organizaci6n social por excelencia; pero no la ciencia de capturary el arte de retener un puesto publico.
Se ha dicho que hay almas que por si solas valen por un
pueblo entero. Asi la de Eugenio Maria de Hostos.
No vino al mundo para el triunfo facil. Y por ser incoinr
REVISTA
IBEROAMERICANA
patible con el medio que en Puerto Rico prevalecia, tuvo que
vivir casi siempre en el destierro. Naci6 para trabajar: para
adelantarle ideas del porvenir civilizador alpresente de su epoca. Y le pagaron en su pueblo el oro de su mina ideol6gica en
cobre de negaci6n e indiferencia.
Todavia en 1924, cuando yo lancI la idea de levantarle
un monumento -a manera de incompleta y tardia reparaci6n
piblica- detenianme en las calles preguntindome, o me lo demandaban por escrito, que habia hecho de Hostos para merecer
una estatua.
En Puerto Rico -mas que en otrocualquiera de los paises
que conoci- la gloria es el sol de los muertos. Y mientras
nuestra isla -tan necesitada, ayer como hoy, de guia intelectual, lo desatendia y lo repulsaba- Eugenio Maria de Hostos
prodigaba sus 6ptimas ideas en los Estados Unidos y en el Brasil, en la Argentina y en Chile, en Venezuela y en Colombia, en
Santo Domingo y en el Peri, donde reconocieron su hombria,
con clue laincomprensi6n compensa a los esforzados en ordenar
recuerdese
recurdese siempre- que, aun mis, falleci6 en el
exilio. Siete lustros cuenta ya su tumba en tierra quisqueyana.
De Hostos sufri6 el sacrificio de quien se decide a rectificar las monstruosas mentiras que han creado los errores del
pasado y los vicios del presente. De Hostos padeci6 el olvido
con que la incomprensi6n compensa a los esforzados enordenar
el mundo por medio de la cultura y de la dignidad humanas,
con la esperanza de que el mundo pueda llegar a.ser itil santuario del hombre. Y -nueva demostraci6n de magnanimidad-: se sobrepuso al pecado de sus inmoladores. Recordaria,
como los estoicos, que la sabiduria consiste en someterse a la raz6n, y la locura en acceder a las malas pasiones. Y puri fic6
la ajena culpa en virtud de laacci6n infatigable y del evangelio
servicial en pro de sus semejantes. Y actu6 como patriota dondequiera que le dejaron sentir como propio el anhelo de cada
pais mejorado con su fecunda presencia.
De haber residido entre los suyos -en caso de comprender
su pueblo la grandeza moral del heroe- hubiera muerto aqui;
ESTUDIOS
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frente a los que s61o tenian estatura local; sostenido por laresonancia continental de su nombradia, por la universalidad de
su ilustraci6n y por la aquilatada diafanidad de su itica. Pero
-ya no era hora de combates. Apenas podria hacer un viaje
mas. Y march6 hacia el destierro en patitica partida. Y trat6 de olvidar el ambiente entorpecedor con una mirada consciente de perdones que era ya la mirada de quien se parte para
siempre...
Asi subrayaba la pequefiezresponsable de su ausencia y el
noble dolor de no. poderle servir a Puerto Rico en Puerto Rico
mismo. Acentuaba, asi, la superioridad ascendente de su progreso espiritual. Comno quien aguarda la enmienda de la posteridad ante la injusticia del, presente.
Y esa enmienda empez6 a llegar con los bronces y las piedras del monumento. Y se ha intensificado y encumbrado hasta
culminar ahora en la amplia...
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