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Río subterráneo

La memoria y sus bemoles
Claudia Guillén

La tradición de la novela histórica en nuestro país data del siglo XIX y se consolidaen
el XX, ya sea a través del relato directo sobre
un personaje en particular, o bien, a través
de diversas tramas que realzan las ideas liberales. Sin embargo, en esta tradición las
figuras que handestacado en la historia nacional han sido tratadas con sumo cuidado,
elevando sus personalidades por encima
de cualquier defecto, mientras se denuesta
a quienes fungen como traidores o dictadores deMéxico. Ya a finales del siglo XX
aparecen diversos ejercicios narrativos de
ficción histórica, donde el tratamiento de los
personajes es más apegado al perfil humano que a la figura que se creó en eldiscurso oficial. En el caso, por ejemplo, de
Antonio López de Santa Anna; Enrique
Serna, con El seductor de la patria, se adentra en la figura del brigadier, compuesta por
diversos contrastesnacionalistas que nunca fueron exhibidos en ese discurso al que
me refería anteriormente. A saber, Santa
Anna no sólo fue quien vendió gran parte
del territorio nacional y once veces presiente de la República,sino que de igual
forma participó en diversos movimientos
que liberaron a la nación de la colonización española.
En esta reelaboración de la historia que
se da a partir de la narrativa de ficción delos últimos tiempos, ahora —a cien años de
su partida para exiliarse en Europa— aparece el general Porfirio Díaz, en la novela
Pobre Patria mía, de Pedro Ángel Palou
(1966). Cabe destacar que entrelos autores contemporáneos que han trabajado no vela histórica, el escritor poblano se muestra como uno de los más prolíficos, pues
también se ha acercado a las figuras de Morelos, Zapata y Cuauhtémoc,todos ellos
héroes o forjadores de nuestra nación, a diferencia del general Díaz, al que colectiva-

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mente se le conoce como un dictador que
empobreció al...