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BEREBER: DIFICULTADES PARA SU ESTUDIO EN EL
ÁMBITO DE LOS ABORÍGENES CANARIOS
Daniel Becerra Romero1
El origen de los tatuajes es casi tan antiguo como el del hombre. Podría decirse que es uno
de los sistemas de comunicación más antiguos del mundo pues, a través de ellos, los pueblos
han proclamado su singularidad cultural, sus creencias, su organización social, etc. Frente a
cierta frivolización actual de nuestra sociedad occidental, los tatuajes siempre han tenido una
marcada funcionalidad; sumamente importante entre las sociedades que los han mantenido
como una seña de identidad. No se trata de simples dibujos para adornar la piel sino de instrumentos que su poseedor consideraba necesarios para la vida: desde aquellos que hacen
que te reconozcan como miembro de una determinada tribu o clan a aquellos que te señalan
como una mujer casada; los que te protegen de enfermedades y deben permanecer ocultos o
los que representan la memoria personal o colectiva.
Puede que sus orígenes se remonten a la costumbre paleolítica de emplear el color ocre en
los enterramientos. Hallazgos como las máscaras de arcilla recubiertas con ocre y rojo de
cinco cráneos recientemente descubiertas en el yacimiento neolítico de Tell Aswad (Jaidetal
Khass, Damasco) parecen apuntar en esa dirección. Tenemos muchos ejemplos en diversas
zonas del planeta pero el tema de los tatuajes, las escarificaciones o las pinturas corporales ha sido siempre más atractivo para la Antropología que para la Arqueología. Evidentemente esto
tiene su lógica: las evidencias materiales. En Arqueología solo podemos constatarlo en
aquellos casos en los que los restos momificados natural o artificialmente nos han permitido
apreciarlos; en las pinturas murales, esculturas o cerámicas en las que se representan personas que los llevan. Los restos materiales con los que contamos son muy escasos pero sin duda nos
ayudan a comprender un poco mejor las culturas que los crearon y a tratar de acercarnos al
proceso cognitivo que conllevan.
Aunque popularmente se utiliza el término de tatuaje con un carácter genérico, hay que
diferenciar claramente entre un tatuaje, una pintura corporal o la escarificación. A veces un mismo pueblo puede utilizar algunas de estas prácticas o todas: los bereberes, por ejemplo. El
tatuaje no es más que la introducción bajo la dermis, por medio de un objeto punzante, de
substancias colorantes que conforman la figura deseada de forma permanente. La
escarificación por el contrario se trata de cortes o incisiones en la piel. En muchos casos se
aplican substancias irritantes que provocan una hinchazón permanente del tejido lo que
permite que el dibujo adquiera relieve. Por último la pintura corporal como su propio nombre
indica no es más que la utilización de varios pigmentos para colorearse el cuerpo o dibujar en
él distintos o similares motivos pictóricos que, a diferencia de los anteriores, tienen un carácter temporal. Como puede observarse, el origen de tan antigua práctica podría deberse a
varios motivos. Su funcionalidad es múltiple y abarca un amplio espectro entre los cuales
podemos encontrarnos el ornamental, el profiláctico, el terapéutico o el mágico. Pero también
una prueba de iniciación, formar parte del elemento identificador de un grupo o tener un
carácter punitivo. Lo que es indudable es su intención de transmitir un mensaje, aunque el
receptor pueda ser una entidad invisible.
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XVII Coloquio de Historia CanarioAmericana
La evidencia más antigua que constata la presencia de tatuajes en Europa la encontramos
en la momia del hombre de los hielos del Tirol, en los Alpes italoaustríacos, popularmente ...
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