94130605 En La Sangre

Páginas: 34 (8364 palabras) Publicado: 30 de abril de 2015
E N

L A

S A N G R E

E U G E N I O
C A M B A C E R E S

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EN

LA

SANGRE

-IDe cabeza grande, de facciones chatas, ganchuda
la nariz, saliente el labio inferior, en la expresión
aviesa de sus ojos chicos y sumidos, una rapacidad
de buitre se acusaba.
Llevaba un traje raído de panagris, un sombrero
redondo de alas anchas, un aro de oro en la oreja; la
doble suela claveteada de sus zapatos marcaba el
ritmo de su andar pesado y trabajoso sobre las
piedras desiguales de la calle.
De vez en cuando, lentamente paseaba la mirada
en torno suyo, daba un golpe -uno solo- al llamador
de alguna puerta y, encorvado bajo el peso de la
carga que soportaban sus hombros: «tachero»...gritaba con voz gangosa, «¿componi calderi, tachi,
siñora)».
Un momento, alargando el cuello, hundía la vista
en el zaguán. Continuaba luego su camino entre
ruidos de latón y fierro viejo. Había en su paso una
resignación de buey.

3

EUGENIO

CAMBACERES

Alguna mulata zarrapastrosa, desgreñada, solía
asomar; lo chistaba, regateaba, porfiaba, alegaba,
acababa por ajustarse con él.
Poco a poco, en sulucha tenaz y paciente por
vivir, llegó así hasta el extremo Sud de la ciudad
penetró a una casa de la calle San Juan entre Bolívar
y Defensa.
Dos hileras de cuartos de pared de tabla y techo
de cinc, semejantes a los nichos de algún inmenso
palomar, bordeaban el patio angosto y largo.
Acá y allá entre las basuras del suelo, inmundo,
ardía el fuego de un brasero, humeaba una olla,
chirriaba la grasade una sartén, mientras bajo el
ambiente abrasador de un sol de enero, numerosos
grupos de vecinos se formaban, alegres, chacotones
los hombres, las mujeres azoradas, cuchicheando.
Algo insólito, anormal, parecía alterar la calma, la
tranquila
animalidad
de
aquel
humano
hacinamiento.
Sin reparar en los otros, sin hacer alto en nada
por su parte, el italiano cabizbajo se dirigía hacia el
fondo,cuando una voz interpelándolo:
-Va a encontrarse con novedades en su casa, don
Esteban.
-¿Cosa dice?
-Su esposa está algo indispuesta.
Limitándose a alzarse de hombros él, con toda
calma siguió andando, caminó hasta dar con la hoja
entornada de una puerta, la penúltima a la izquierda.
4

EN

LA

SANGRE

Un grito salió, se oyó, repercutió seguido de
otros atroces, desgarradores al abrirla.
-¿Stainferma vos? -hizo el tachero avanzando
hacia la única cama de la pieza, donde una mujer
gemía arqueada de dolor:
-¡Madonna, Madonna Santa...!, atinaba tan sólo a
repetir ella, mientras gruesa, madura, majestuosa, un
velo negro de encaje en la cabeza, un prendedor
enorme en el cuello y aros y cadena y anillos de
doublé, muchos en los dedos, hallábase de pie junto
al catre la partera.
Se habíainclinado, se había arremangado un
brazo, el derecho, hasta el codo; manteníalo
introducido entre las sábanas; como quien reza
letanías, prodigaba palabras de consuelo a la
paciente, maternalmente la exhortaba: «¡Coraque
Duña maría, ya viene lanquelito, é lúrtimo...
coraque!...»
Mudo y como ajeno al cuadro que presenciaban
sus ojos, dejose estar el hombre, inmóvil un
instante.
Luego, arrugando elentrecejo y barbotando una
blasfemia, volvió la espalda, echó mano de una caja
de herramientas, alzó un banco y, sentado junto a la
puerta, afuera, púsose a trabajar tranquilamente, dio
comienzo a cambiar el fondo roto de un balde.
Sofocados por el choque incesante del martillo,
los ayes de la parturienta se sucedían, sin embargo,
más frecuentes, más terribles cada vez.
5

EUGENIO

CAMBACERES

Como uneco perdido, alcanzábase a percibir la
voz de la partera infundiéndole valor:
E lúrtimo... coraque!...
La animación crecía en los grupos de inquilinos;
las mujeres, alborotadas, se indignaban; entre ternos
y groseras risotadas, estallaban los comentarios
soeces de los hombres.
El tachero entretanto, imperturbable, seguía
golpeando.

6

EN

LA

SANGRE

- II Así nació, llamáronle Genaro y haraposo...
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