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nueve:
En un país no muy lejano había un rey muy triste, el cual tenía un
sirviente que se mostraba siempre pleno y feliz.
Todas las mañanas, cuando le llevaba el desayuno, el sirviente lo
despertaba tarareando alegres canciones de juglares. Siempre había
una sonrisa en su cara, y su actitud hacia la vida era serena y alegre.
Un día el rey lomandó llamar y le preguntó:
-Paje, ¿cuál es el secreto?
-¿Qué secreto, Majestad?
-¿Cuál es el secreto de tu alegría?
-No hay ningún secreto, Alteza.
-No me mientas. He mandado cortar cabezas por ofensas menores que
una mentira.
-Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra
permitiéndome atenderlo. Tengo a mi esposa y a mis hijos viviendo en
la casa que la corte nos ha asignado,estamos vestidos y alimentados, y
además Su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas
que nos permiten darnos pequeños gustos. ¿Cómo no estar feliz?
-Sino no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar -dijo el reyNadie puede ser feliz por esas razones que has dado.
El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación.
El rey estaba furioso, no conseguía explicarse cómoel paje vivía feliz
así, vistiendo ropa usada y alimentándose de las sobras de los
cortesanos.
Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le preguntó:
-¿Por qué él es feliz?
-Majestad, lo que sucede es que él está por fuera del círculo.
-¿Fuera del círculo? ¿Y eso es lo que lo hace feliz?
-No, Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.
-A ver si entiendo: ¿estar en el círculo lo haceinfeliz? ¿Y cómo salió
de él?
-Es que nunca entró.
-¿Qué círculo es ese?
-El círculo del noventa y nueve.
-Verdaderamente no entiendo nada.
-La única manera para que entendiera sería mostrárselo con hechos.
¿Cómo? Haciendo entrar al paje en el círculo. Pero, Alteza, nadie
puede obligar a nadie a entrar en el círculo. Aunque si le damos la
oportunidad, posiblemente entrará por sí mismo.
-¿Pero nose dará cuenta de que eso es su infelicidad?
-Si se dará cuenta, pero no lo podrá evitar.
-¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en
ese ridículo círculo, y de todos modos lo hará?
-Tal cual, Majestad. Si usted está dispuesto a perder un excelente
sirviente para entender la estructura del círculo, lo haremos. Esta
noche pasaré a buscarlo. Debe tener preparada unabolsa de cuero con
noventa y nueve monedas de oro.
Así fue. El sabio fue a buscar al rey y juntos se escurrieron hasta los
patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. El sabio
guardó en la bolsa un papel que decía: "Este tesoro es tuyo. Es el
premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no le cuentes a nadie
cómo lo encontraste".
Cuando el paje salió por la mañana, el sabio y el rey loestaban
espiando. El sirviente leyó la nota) agitó la bolsa y al escuchar el
sonido metálico se estremeció. La apretó contra el pecho, miró hacia
todos lados y cerró la puerta.
El rey y el sabio se acercaron a la ventana para ver la escena. El
sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa, dejando sólo
una vela, y había vaciado el contenido de la bolsa. Sus ojos no podían
creer lo queveían: ¡una montaña de monedas de oro! El paje las
tocaba, las amontonaba y las alumbraba con la vela. Las juntaba y
desparramaba, jugaba con ellas... Así, empezó a hacer pilas de diez
monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres, cuatro, cinco pilas
de diez... hasta que formó la última pila: ¡nueve monedas! Su mirada
recorrió la mesa primero, luego el suelo y finalmente la bolsa.
"No puedeser", pensó. Puso la última pila al lado de las otras y
confirmó que era más baja. "Me robaron -gritó-, me robaron,
¡malditos! "Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en
sus ropas. Corrió los muebles, pero no encontró nada. Sobre la mesa
como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba
que había noventa y nueve monedas de oro. "Es mucho dinero -pensópero me falta...
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