Abandono Confiado
El Abandono confiado a la
Divina Providencia
I.
Verdades
consoladoras.
a)
Confiemos
en
la
sabiduría
de
Dios.
b)
Cuando
Dios
nos
prueba.
c)
Arrojarse
en
los
brazos
de
Dios.
d)
Práctica
del
abandono
confiado.
II.
Las adversidades
son
útiles
a
los
justos,
necesarias
a
los
pecadores
a)
Hay
que
confiar
en
la
Providencia.
b)
Ventajas
inesperadas
de
las
pruebas.
c)
Ocasiones
de
méritos
y
de
la
salvación.
III.
Recurso
a
la
oración
a)
Para obtener
bienes.
b)
Para
apartar
los
males.
c)
No
se
pide
bastante.
d)
Perseverancia
en
la
oración
e)
Una
confianza
obstinada.
I.
Verdades
consoladoras.
Una
de
las
verdades
mejor
establecidas
y
de
las
más
consoladoras
que
se
nos
han
revelado
es
que
nada
nos
sucede
en
la
tierra,
excepto
el
pecado,
que
no
sea
porque
Dios
lo
quiere;
Él
es
quien
envía
las
riquezas
y la
pobreza;
si
estáis
enfermos,
Dios
es
la
causa
de
vuestro
mal;
si
habéis
recobrado
la
salud,
es
Dios
quien
os
la
ha
devuelto;
si
vivís,
es
solamente
a
Él
a
quien
debéis
un
bien
tan
grande;
y
cuando
venga
la
muerte
a
concluir
vuestra
vida,
será
de
su
mano
de
quien
recibiréis
el
golpe
mortal.
Pero,
cuando
nos
persiguen
los
malvados,
¿debemos
atribuirlo
a
Dios?
Sí,
también
le
podéis
acusar
a
Él
del
mal
que
sufrís. Pero
no
es
la
causa
del
pecado
que
comete
vuestro
enemigo
al
maltrataros,
y
sí
es
la
causa
del
mal
que
os
hace
este
enemigo
mientras
peca.
No
es
Dios
quien
ha
inspirado
a
vuestro
enemigo
la
perversa
voluntad
que
tiene
de
haceros
mal,
pero
es
Él
quien
le
ha
dado
el
poder.
No
dudéis,
si
recibís
alguna
llaga,
es
Dios
mismo
quien
os
ha
herido.
Aunque
todas
las
criaturas
se
aliaran
contra
vosotros,
si
el
Creador
no
lo
quiere,
si
Él
no
se
une
a
ellas,
si
Él
no
les
da
la
fuerza
y
los
medios
para
ejecutar
sus
malos
designios,
nunca
llegarán
a
hacer
nada:
No
tendrías
ningún
poder
sobre
mí
si
no
te
hubiera
sido
dado
de
lo
Alto, decía
el
Salvador
del
mundo
a
Pilatos.
Lo
mismo
podemos
decir
a
los
demonios
y
a
los
hombres,
incluso
a
las
criaturas
privadas
de
razón
y
de
sentimiento.
No,
no
me
afligiríais,
ni
me
incomodaríais
como
hacéis
si
Dios...
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