Abelardo castillo. fordham, 1998
Por Abelardo Castillo Cuento inédito El sueño (si es que fue un sueño) requiere una explicación previa y algo prosaica. No sé inglés ni me gusta viajar. Por alguna razón, sinembargo, yo estaba en Fordham, que hoy es un barrio arbolado de Nueva York y en el siglo pasado fue algo así como un pueblo, un arrabal brumoso donde estuvo la casa de Edgar Poe. Llegué a ese lugar de unamanera algo abrupta, pero muy natural, al menos bajo las leyes que, anoche, regían el universo entre las araucarias y los pinos de mi casa de San Pedro. Cuando vi venir a Poe caminando hacia mí, me dicuenta inmediatamente de que era él, sin necesidad de reconocer su cara entre las sombras. Hablamos. La primera parte de nuestra conversación sucedió en castellano y luego fue derivandoimperceptiblemente al inglés. Era el inglés de los sueños, no el de la gramática. Poe me hablaba, cortés y suavemente, sin que yo lo entendiera, y de tanto en tanto yo mismo intercalaba alguna observación cuyosignificado me resultaba incomprensible, pero que parecía ser perfectamente clara para Poe, quien me escuchaba con serena cortesía. En una o dos ocasiones, mientras caminábamos, él bajó la cabeza y mirócon gravedad el suelo, y yo pude notar que meditaba mis palabras. Cosa que me produjo una sensación ambigua. Por un lado, sentí casi con orgullo que también a mí me habría gustado comprender el sentidode mis atinadas observaciones; por el otro, temí que Poe notara en cualquier momento la impostura de mi inglés y descubriera que, en realidad, yo no estaba diciendo nada. Llegamos a un pequeño puentede madera, que no cruzamos. Estábamos en un límite impreciso entre las afueras de Fordham y el parque de San Pedro, porque me pareció ver, sobre los árboles, la alta lucecita colorada de la antena deltelesistema, que está a espaldas de mi casa. Cuando Poe se detuvo, comprendí con un poco de tristeza que nuestro encuentro estaba a punto de terminar. Vi, sobre una pequeña loma, del otro lado del...
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