abogacia
La Sociología como
ciencia
Zygmunt Bauman
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Se puede concebir la sociología de diversas maneras.
La más simple consiste en pensar en una larga
estantería repleta de libros. Todos los libros llevan la
palabra "sociología" en el título, el subtítulo o el
índice (y por eso el bibliotecario los colocó juntos en
esos estantes). Los libros consignan los nombres de
sus autores, que se autodenominan sociólogos (es
decir, dentro de su condición de investigadores o
docentes se los califica oficialmente de sociólogos).
Al pensar en estos libros y sus autores uno piensa en el cuerpo de
conocimiento que se acumuló durante los muchos años transcurridos
desde que se piensa y se practica la sociología. Y piensa también que en
sociología hay una suerte de tradición que cumplir, un cierto volumen de
información que todos los recién llegados al campo ‐ya sea que quieran
practicar la sociología o que sólo pretendan indagar lo que ella les ofrece‐
deben primero consumir, digerir*, incorporar. O mejor aun, pensamos en la sociología de un modo que incluye el constante flujo de recién llegados
(después de todo, constantemente se agregan libros a los estantes):
pensamos en ella como una actividad permanente, una preocupación
continua, una constante verificación del caudal de sabiduría recibida
confrontándola con las experiencias nuevas, un incremento constante del conocimiento acumulado y su modificación en el proceso.
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Zygmunt Bauman es un sociólogo polaco, nacido en 1925. Enseñó filosofía y sociología
en la Universidad de Varsovia antes de verse obligado a irse de Polonia en 1968 a causa de
la política antisemita desarrollada por el gobierno comunista después de los sucesos de Marzo de 1968. Su producción data desde los años 50 y se ocupa, entre otras cosas, de
cuestiones tales como clase, socialismo, hermenéutica, pobreza, modernidad,
posmodernidad y globalización.
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Esta manera de pensar acerca de la sociología parece natural y obvia. Es así
como respondemos espontáneamente a cualquier pregunta del tipo "¿Qué
es X?". Si nos preguntan, por ejemplo, qué es un león" señalamos con el dedo determinado animal, en la jaula del zoológico, en una fotografía, en
un dibujo. Y si una persona que no habla nuestro idioma nos pregunta
"¿Qué es un lápiz?" sacamos del bolsillo el objeto en cuestión y se lo
mostramos. En ambos casos buscamos y señalamos un vínculo entre cierta
palabra y cierto objeto. Consideramos que las palabras se refieren a objetos, representan objetos; cada palabra nos remite a determinado
objeto, ya sea un animal o un instrumento para escribir. Encontrar el
objeto a que la palabra se refiere (es decir, encontrar el referente de la
palabra) es una respuesta conveniente y correcta para nuestra primera
pregunta. Una vez obtenida esta respuesta ya sé cómo usar una palabra
que hasta entonces me era desconocida; sé con referencia a qué, en
conexión con qué, en qué condiciones debo usarla. El tipo de respuesta de
que estamos hablando me enseña precisamente esto: cómo usar una
palabra dada.
Pero la respuesta no me brinda conocimiento alguno acerca del objeto
mismo, del que me han señalado como referente de la palabra sobre la
cual pregunté. Sólo sé qué aspecto tiene el objeto, de modo que en el
futuro podré reconocerlo como el objeto que la palabra representa. Así, lo
que el método de señalar con el dedo puede enseñarme tiene límites, y
bastante estrechos. Habiendo descubierto a qué objeto se refiere la ...
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