Abogada
Afirmaba Nicolás Sartorius, en una conferencia recientemente pronunciada en la Fundación Sindical de Estudios, que para el conjunto de la izquierda social y política el reto a superar debería ser el de globalizar el bienestar, conjugando para ello democracia, comercio y cohesión social, para lo que resulta imprescindible la articulación de actores políticosglobales de carácter democrático que aseguren lo que se ha dado en llamar una buena gobernanza de la globalización.
Paradójicamente, el heredero del primer movimiento social que proclamó su vocación internacionalista y "como su patria, la humanidad", encuentra dificultades a la hora de hacer frente a la continua y acelerada dinámica de expansión del capital, en la medida en que no dispone, odisponiendo de instrumentos muy insuficientes, que le permitan alcanzar un equilibrio socialmente más favorable en la relación entre capital y trabajo, tanto en su vertiente expresa, esto es en todo lo vinculado con los derechos laborales, como en su vertiente derivada, esto es, en todo lo relacionado con la cohesión social y, por lo tanto, con la provisión de bienes y servicios esenciales que la articulan.La inercia prominente de otros modos de producir, tanto a nivel tecnológico como organizativo, así como la persistencia en la referencia normativa a los Estados Nación, han hecho al sindicalismo asumir un cierto resistencialismo en cuanto a la definición de su marco de actuación y, consecuentemente, en la definición de la propia estrategia sindical, sin reparar, o, al menos, sin hacerlo con lanecesaria contundencia, en que la globalización no es un "fuera" que se deba afrontar de manera aislada o independiente de la propia acción sindical.
Por el contrario, la globalización, articulada ahora sobre nuevas tecnologías, presta a las empresas la posibilidad de nuevas estrategias productivas, a la vez que se establecen nuevas y más difusas relaciones entre lo laboral, lo social, loeconómico y lo político; induce también una mayor complejidad y diversidad a los mecanismos y las reglas contractuales, por lo que resulta más difícil identificar a sus agentes, al tiempo que se fragmenta la propia clase trabajadora. Los impactos de la globalización, entonces, se están verificando aquí y ahora. La fragmentación y diferenciación del colectivo trabajador, tanto en su vinculación con elempleo como en las condiciones en que se desempeña el trabajo supone que las referencias en salario, jornada de trabajo, exigencias en el empleo y condiciones del mismo, tradicionalmente compartidas por amplios colectivos laborales, han perdido gran parte de su fuerza aglutinante; y la han perdido en todas partes.
Esas condiciones de empleo y de trabajo fragmentadas inciden en la acción colectiva delos trabajadores y, por tanto, suponen el primero de los retos que el sindicalismo debe afrontar para no adquirir, si no ahora, sí en poco tiempo, un papel residualista en la defensa de intereses y derechos del conjunto de la clase trabajadora. Efectivamente, la extensión y consolidación de la descentralización productiva, y sus consecuencias en la externalización de actividades, subcontratación deobras y servicios, deslocalización, emergencia de empresas multiservicios, que en su versión más extrema (que probablemente desde la lógica empresarial sea su auténtico objetivo), lleva a la mercantilización de una parte de las relaciones laborales, a lo que hay que añadir los usos y abusos de las distintas modalidades contractuales; ambos procesos han determinado la individualización crecientede las relaciones laborales; una individualización que, además, lejos de obedecer a la voluntad de los trabajadores, o a dinámicas micro-corporativas, no es sino un efecto de la imposición de las empresas, del fortalecimiento experimentado por las empresas para el establecimiento de dichas relaciones laborales, bajo la premisa ultraliberal de que la competitividad se asienta únicamente en los...
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