Aborto
Y, puesto que honramos al Sumo Pontífice precisamente en su misión universal, no sólo como Pastor de los creyentescongregados en el nombre del Señor Jesucristo, sino como a la suprema autoridad moral de este mundo convulsionado entre los anhelos de definitiva paz fraternal y las amenazas de fuerzasdesintegradoras, es justo dirigir nuestra atención a las dimensiones universales que tiene el mensaje pontificio sobre la vida, en su proyección a las relaciones cívicas nacionales e internacionales, a laspolíticas planetarias y a las perspectivas de un desarrollo auténtico para la humanidad.
Ya el comienzo del documento nos abre a esta visión universal: «En virtud del misterio del Verbo de Dios hecho carne(cf. Jn 1,14)», el misterio fundamental de nuestra vida cristiana, cada persona está «confiada a la solicitud materna de la Iglesia. Por eso, toda amenaza a la dignidad y a la vida del hombre repercuteen el corazón mismo de la Iglesia, afecta al núcleo de su fe en la encarnación redentora del Hijo de Dios»1. Y continúa: «Hoy este anuncio es particularmente urgente ante la impresionantemultiplicación y agudización de las amenazas a la vida de las personas y de los pueblos, especialmente cuando ésta es débil e indefensa. A las tradicionales y dolorosas plagas del hambre, las enfermedadesendémicas, la violencia y las guerras, se añaden otras, con nuevas facetas y dimensiones inquietantes»2.
Recuerda Juan Pablo II que hace ya treinta años el Concilio Vaticano II había denunciado con...
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