Aborto
Todo este debate sobre el feticidio y el infanticidio es, intelectualmente hablando, enormemente deshonesto: los que defienden el matar fetos e infantes saben bien en el fondo de sus conciencias lo que están aconsejando. Sin embargo, muy pocos aceptan el verdadero nombre que merece: matar a seres humanos inocentes. Por eso lo llaman "freedom of choice("libertad para decidir").
En su Carta Encíclica Evangelium vitae, el Papa Juan Pablo II alerta sobre lo que él llama la "libertad perversa", aquella que nos confiere "poder absoluto sobre los demás y en contra de los demás", y de la cual resulta, sigue diciendo, una "cultura de la muerte". La preocupación del Santo Padre nace de la realidad de que "grandes sectores de la opinión pública justificanciertos crímenes contra la vida en nombre de la libertad individual". El origen de esta "libertad perversa" se encuentra en una concepción de la libertad que "exalta al individuo aislado de forma absoluta y no da cabida a la solidaridad ni a la apertura y el servicio hacia los demás". En resumen, el Santo Padre está diciendo que cuando un individualismo extremista se interpreta como libertad, elresultado es la "cultura de la muerte".
Puede ayudar a poner de manifiesto la asociación entre el individualismo extremista y la "cultura de la muerte" el considerar cómo el matar a niños todavía no nacidos mediante el aborto y aún a pequeños infantes está siendo justificado en nombre del concepto de libertad. Y qué mejor "ejemplo" de ello que oír a Francés Kissling, la astuta y engañadoraanticatólica del grupo conocido como "Católicas por el Derecho a Decidir ("Catholics for a Free Choice"). Cuando Juan Pablo II expuso con toda claridad sus conceptos y su doctrina sobre el aborto, el infanticidio, la eutanasia, la pena de muerte, la ecología y la ingeniería biológica en Evangelium vitae, Kissling respondió diciendo que "lo que el Papa llama la ‘cultura de la muerte' es realmente lalibertad humana, el ser libre para tomar decisiones basadas en la propia conciencia".
Pero en realidad la idea que tiene Kissling sobre la libertad es "la libertad perversa", sobre la que el Papa nos advierte. Para Kissling, el destruir la vida de un ser inocente es "realmente la libertad humana", porque, dice ella, es una decisión "basada en la propia conciencia". Tal "lógica", por supuesto,pudiera usarse para justificar los asesinatos en serie y el genocidio, ambos presuntamente justificados por personas que toman decisiones "basadas en su propia conciencia". Considerar esto como "la verdadera libertad humana" muestra la degradación de la conciencia de Kissling y la objetividad de las preocupaciones del Papa.
Aquellos que consideran aconsejable el feticidio y el infanticidio saben enel fondo de sus conciencias la realidad de lo que están aconsejando, sus consecuencias y su calificación moral. De aquí que este debate haya terminado en algo tan intelectualmente deshonesto.
La Conferencia sobre la Mujer de las Naciones Unidas celebrada en Pekín (en 1995) y las reacciones que se produjeron en ella ofrecen abundantes evidencias de la deshonestidad a la que nos referimos. Enlas páginas del New York Times, apareció un anuncio presentado por una organización llamada "International Women's Health Coalition" ("Coalición Internacional para la Salud de las Mujeres"). Manifestando su interés por la Conferencia de Pekín, esta Coalición se declaraba decididamente partidaria del derecho al aborto al declarar que "nosotras nos aseguraremos de que en todos los programas y planesde acción que afecten nuestra salud se tenga en cuenta el mantener la integridad de las funciones reproductivas y sexuales y el derecho de acceso a las mismas". Inmediatamente después de declarar su apoyo al aborto, la organización denuncia amargamente el hecho de que "100 millones de mujeres no están vivas hoy debido a la discriminación que conduce a la mala nutrición, a la atención médica...
Regístrate para leer el documento completo.