Aburrimiento

El testimonio más seguro de la sabiduría es un gozo constante interior; su estado, como el de las cosas superlunares, jamás deja de ser la serenidad y la calma; esos terminajos de baroco y baralipton, que convierten la enseñanza de los sabios artificiales en tenebroso lodazal, no son la ciencia, y los que por tal la tienen, o los que de tal suerte la explican, no la conocen más que de oídas… Porno haber logrado alcanzar esta virtud suprema, hermosa, triunfante, amorosa y deliciosa, al par que valerosa, natural e irreconciliable enemiga de todo desabrimiento sinsabor, de todo temor y violencia, que tiene por guía a naturaleza y por compañeros la fortuna y el deleite, los pedantes la han mostrado con semblante triste, querelloso, despechado, amenazador y avinagrado, y la han colocado sobrela cima de escarpada roca, en medio de abrojos, cual si fuera un fantasma para sembrar el pasmo entre las gentes”.

Montaigne.

La imagen pública de la filosofía pareciera dirimirse entre una inutilidad aburrida y una inutilidad bonita. Es claro que, tras tal aparente discusión, se sitúa un común distanciamiento ante cualquier chance de indagar su especificidad. Mal que mal, es probable quequienes otorguen tal juicio estético pronto lo abandonen si asisten a algún encuentro filosófico serio, al desmentir el vínculo entre la filosofía y cierta arcana sabiduría. Y que, tras ello, señalen también que se trata de una cuestión aburrida. Así, el filtro mínimo de la seriedad traza cierta vinculación necesaria entre la filosofía y el aburrimiento –o, al menos, la falta de entretención. Pueses poca la risa que parece poder arrancar la filosofía. Bien lo sabrá quien haya tenido la experiencia de realizar alguna clase ante personas de carreras no afines y haya osado esbozar alguna broma sobre lo comentado, para luego reírse solo ante la atónita mirada de las bárbaras masas. Para las cuales, por cierto, no reír con la filosofía no implica no reírse del filósofo -ora por su humor, orapor su fatua seriedad. Bien lo supo, en efecto, Tales de Mileto.

Y ya que hablamos de filosofía y seriedad, no puedo dejar de recomendar la lectura de Los escandalosos amores de los filósofos, de Josefo Leonidas. En particular, su cómico relato sobre Tales y el resto de los presocráticos. Es, y lo digo sin arrugar la faz ni la escritura, el libro más gracioso que conozco sobre la filosofía. Supretensión primeramente humorística no deja de generar cierto escozor entre quienes bien celebrarían la utilización de la sátira filosófica contra un objeto ajeno a la disciplina. Pues no resulta claro que quienes nos dedicamos a la filosofía no compartamos tal apelativo del aburrimiento en su ejercicio, con todo lo interesante que nos pueda resultar. Y no es que mida aquello imaginando cuánto gustopuede entregar leer Frege a medianoche ni la cantidad de risas que brinde la lectura de Scoto. Sino en su ejercicio cotidiano, incluso al tratarse de los temas que uno ha escogido profundizar. Dicho con menos concepto y más franqueza: A quien la filosofía (sus temas, en filosofía) jamás le haya aburrido, que tire el primer tratado.

Bien podría decirse que aquello es propio de cualquierprofesión –por no decir, de cualquier rutina. Pero es claro que si podemos preciarnos de algo, es que nos dedicamos a la filosofía porque, al menos supuestamente, nos gusta. Tanto que optamos por ella sabiendo que la cantidad de ganancias por hora de previo estudio y actual laburo debe ser una de las peores en el mercado profesional -si alguien se dedica a ella por interés económico posee un problema dejuicio, al menos, económico. Y, claramente, que algo guste y entretenga no es lo mismo. Pero, al tratarse de una actividad cuyo ejercicio toma décadas, parece impensable su gusto sin que algo entretenga. Por lo mismo, no deja de resultar problemático que ésta devenga tediosa. Y es claro que con ello no cuestiono el que el estudio de la filosofía sea exhaustivo, riguroso y profesional. Ni que...