Acontesimientos Historicos De Los Ultimos Cien Años

la banda presidencial. Por esa circuns-
tancia y por su indiscutido caracter de
jefe railitar del jimenismo, se creia,

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naturalmente, en lo que toca a ese as-
pecto, arbitro de la situacion. Desde ese
puuto de vista, Don Juan se veia como
eutorpecido, como cohibido, sin libertad
para la realizacion de determinados fines
administrativos. Tan pronto como quiso
remover unode los jefes railitares nu'is
allegados a Arias, la escision se produjo,
estallo como un formidable petardo.
Segun el criterio personal de cada uno,
ambos a dos parecfan teuer la razou: la
tenia Don Juan cuando invocaba su
perfecto derecho constitucional para re-
mover un empleado que le disgustase o
no le couviniese para ulteriores proposi-
tos, y la tenia Arias cuando veia enesa
remociun el alejamiento sospechoso de
uno de los principales puntales de su
poderio militar. Temio, acaso fundada-
meute-por enojos o rozamieutos anterio-
res-que se trabajaba solapadamente por
aislarlo, por reducirlo a la impotencia,
por dejarlo como quien dice en el aire.
Esa querella persoualista, de compadres,
por mezquiudades de cambios de emplea-

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dos, sirviode torpe y abusivo pretexto
para la actual ocupacioQ militar uorte-
americaua.

For indecision, tenior, honradez, o lo
que fuera, Desiderio Arias se quedo a
medio camino, se coloco en uu tcrmino
medio, dejo correr el tiempo, sin defiuir
una actitud prouta y radicalmente deci-
siva. Ignoraba que si los termiuos
medics salvau casi sierapre en mementos
uormales, pierdenirremisiblemente en
las crisis supremas, en el personalismo
politico sobre todo. Hay que dar pronto
y firme antes que el contrario se recobre y
DOS amague con posibilidades de exito.
Arias era en realidad un revolucionario
y no queria aparecer coino tal. Desem-
penaba la Secretaria de Guerra y Marina
legalmente por la voluntad de Jiinenes
y retirado por este de ese cargo no podiainvocar uada que en un sentido consti-
tucional justificase su actitud belicosa
frente al primer mandatario de la Naciuu.
Quiso ser y no ser al mismo tiempo.
Situarse dentro de la legalidad y estar a

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la vez fuera de ella. Tal cosa era impo-
sible. Su papel de paladin del Congreso,
de defensor de las iustituciones, parecia
no enganar a nadie. Por encima de todo
eso algunoscrcian ver al caudillo parti-
darista obseso de continuo per el afan de
no perder ni una pulgada de las posesio-
nes adquiridas. Durante un tiempo se
ilumino su figura con un resplaudor de
atraccion simpatica: se le considero por
muchos, yo entre ellos, como el caudillo
eficazmente representativo de la causa
nacional en pugna contra la humillante
y vergonzosa intervencion de lagente
del Norte. Los acontecimieutos poste-
riores probarou desdichadameute que no
estaba capacitado para asumir tan alto
encargo o que le eran por completo
adversas las circunstancias que influiau
sobre el en aquellos momeutos.

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III

Con ser aquel liecho de notoria grave-
dad no puede decirse que fuera uua
revolucion ui mucho menos. El pafs
permauecio trauquilo. En lamisma
Capital, teatro de los acontecimientos, no
se registro ni un solo hecho delictuoso.
Solo uua escarauiuza ocurrio eutre las
partes coutendientes. Siu embargo, sin
esperar a mas, desembarcarou tropas
americanas eu las inmediacioues, por
Sau Geronimo. ^Viuieron, couio se dijo
en la preusa eu aquellos dias segun una
frase atribuida a Mr. Russel, el ministro
Dorte-americano,solicitadas ausiosameu-
te por el gobierno dominicano, o por
mandato directo y expontaneo del Presi-
deute Wilson como afirmabau otros?
Mientras no haya prueba fehaciente en
contrario no me permito dar ascenso a
lo primero. Por mas que aquella sedi-
cioD estaba localizada y no habi'a peligro
de que tomara mayores vuelos, siu duda

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el gobieruo de Wasliiugton juzgu la...