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En la filosofía, el mérito de la formación cívica es mayor, pues se le considera el principal elemento de la estrategia civilizatoria de la cultura occidental (Shils, 1997), en la medida en que permite creer en el bien común, en la comunidad como medio para contender con los conflictos y formar una unidad válidamoralmente (Shils, 1997: 4). La formación cívica no sólo es fuente de civilidad, también es la principal plataforma de la ciudadanía y el terreno donde germina la cultura política.
Desde vertientes contemporáneas, la educación cívica tiene un valor propio como espacio para la construcción del carácter de la persona, pero además, proporciona recursos a las personas para resolver problemas deconvivencia; ello tiene un fuerte soporte en la ética y la moral, en tanto la primera ofrece recursos para evaluar los principios que justifican la racionalidad de cualquier estándar de normatividad, y la segunda permite discriminar entre distintos comportamientos; pero además, con razones adicionales, como entender que las formas de vida contemporáneas no están determinadas para siempre, sino que cambian(Camps, 1990) y que los proyectos de vida, individuales o colectivos, siempre se forman en torno a ideales y valores éticos, nunca son amorales(Cortina, 1999).
El impacto de expresiones de vida que conforman lo social a partir de la globalización, ahora parece enriquecerse con agentes como el mercado y las comunicaciones en red, ello parecería favorable dentro de las condiciones de cambioglobal; sin embargo, ya no podemos admitir nuevas concepciones de ciudadanía abarcarte, ideológica y orientada, si no por el Estado, quizás por el mercado. La ciudadanía extensa debe reconocer los procesos de transfronterización cultural y económica que facilitan los instrumentos de comunicación como internet, pero no debe perder de vista que su marco normativo está orientado por los derechos humanosy la formación en las competencias democráticas. El que puedan hablar entre sí distintas personas y lograr acuerdos entre culturas diferentes para convivir de manera civilizada es el reto, la orientación hacia la cooperación positiva es permanente, pero también la alerta ante los falsos eclecticismos corporativistas movilizados por los grupos de poder económico y político que acompañarán,inevitablemente, el cambio (Martin, 1998; Matustík, 1998).
La formación cívica y ética se ha planteado como un espacio en donde se puede hacer frente a diversos problemas que afectan nuestra sociedad, fundamentalmente por medio de la promoción de formas de convivencia que se orienten a fomentar conductas pro-sociales de colaboración y ayuda, así como a la disminución de aquellas que dañan a lacomunidad escolar y a la sociedad.
Latapí (2002) señala que la formación cívica y ética debe, por un lado, promover en los jóvenes la identificación y el análisis de condiciones favorables para el desarrollo humano en sociedades complejas, heterogéneas y multiculturales, mediante el conocimiento, el ejercicio y la defensa de los derechos, la participación activa y responsable en los colectivos de losque forma parte el individuo, y la formulación argumentada de juicios y posturas ante asuntos públicos. Y por otra parte, enfatiza el autor, la formación cívica y ética debe atender el desarrollo de tres grandes capacidades: 1) el juicio moral, 2) la sensibilidad afectiva a los aspectos morales, y 3) la autorregulación de los propios
comportamientos.
Los aspectos psicoafectivos en losenfoques y programas de Formación Cívica y Ética
En la formación de la personalidad cívico-ética interviene un aspecto sustancial inherente a la naturaleza humana: la afectividad. Ésta influye de manera determinante en la forma en que se desarrollan la reflexión y el diálogo.
Las emociones y los sentimientos organizan o desorganizan el funcionamiento mental, la reflexión y el diálogo en la toma...
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