Actitudes ante el sufrimiento
Hasta hace relativamente poco, los usos y significados sociales del dolor y el sufrimiento estaban bien codificados en las cosmovisiones religiosas que regían la vida de las sociedades occidentales. Recordemos la definición ya clásica de religión que ofrecía el antropólogo Clifford Geertz en 1973: cualquier religión se compone de símbolos sagrados que “tienen lafunción de sintetizar el ethos de un pueblo –el tono, el carácter y la calidad de su vida, su estilo moral y estético– y su cosmovisión, el cuadro que ese pueblo se forja de cómo son las cosas en la realidad, sus ideas más abarcativas acerca del orden” (1991: 89). Pues bien, Geertz subrayaba que toda religión debe ofrecer una explicación al menos a los tres puntos en los que el caos amenaza irrumpir enel hombre: “en los límites de su capacidad analítica, en los límites de su fuerza de resistencia y en los límites de su visión moral.
Ciertamente, todas las religiones han desarrollado cosmovisiones que integran el mal y el sufrimiento que puedan padecer sus miembros, y los han dotado de sentido dentro de ese orden. Se sufriría, sí, pero jamás absurdamente, sin porqué o para qué. Uno sabe quédebe hacer con su dolor, cómo llevarlo, a quién o a qué consagrarlo, cómo mitigarlo, cómo usarlo para la propia transformación.
El ser humano siempre se ha forjado la idea de que es mejor remediar el dolor o evitarlo a enfrentarlo y sobrellevarlo. Dentro del ámbito medico sorprende asimismo que las unidades de medicina del dolor o de cuidados paliativos sólo estén en activo desde hace pocas décadas.Y decimos que sorprende, porque desde nuestra mentalidad actual nos resulta difícil comprender que esa búsqueda biomédica no fuera absolutamente prioritaria desde los orígenes de la disciplina, o que no hubiera una demanda social mucho más atronadora al respecto.
El sentimiento generalizado de que en la actualidad todo dolor y sufrimiento puede tener alivio, engendra en numerosos enfermos, unafrustración, y hasta un sentimiento de abandono... El dolor, sobre todo cuando se prolonga, raramente se considera una experiencia extrema que también tiene como responsable al paciente y que éste podría afrontar con menor pasividad recurriendo a sus propios recursos. Renuncia a toda tentativa personal de buscar sus propias soluciones o sumar sus esfuerzos a los del médico y a los tratamientos querecibe.
Así que hoy vivimos en esa curiosa paradoja: jamás habíamos tenido tantos medios para aliviar el sufrimiento, jamás nos habíamos dedicado a ello con tanta fruición, pero, al mismo tiempo, el hecho de habernos acostumbrado a vivir con cierto confort también nos ha convertido en más vulnerables al sufrimiento. Cuando se vive en una sociedad en la que se predica continuamente el ideal de lafelicidad, el sufrimiento y la frustración se convierten tal vez en más dramáticos que cuando se está acostumbrado a sufrir desde siempre.
En cambio, ahora ese sufrimiento no tiene ya un significado social ni personal claro. Esto tiene su lado positivo en cuanto supone liberarnos de una tendencia a la glorificación del sufrimiento, es decir, liberarse de las formas en las que la dotación desentido exigía una mayor ración de sufrimiento (como los llamados mártires), Sin embargo, podemos afirmar igualmente que la ausencia de sentido crea también un mayor sufrimiento. En cuanto a este punto nos gustaría citar a Vergely (1997: 41) quien se preguntaba: “decirle a alguien que sufre que sufre por nada, ¿no es insultarle?” Y encaja también la cuestión de la crisis del sentido del sufrimiento enla crisis del sentido de la vida, aunque concluye afirmando que “no hay un problema del sentido de la vida, sino un problema de la sabiduría de la vida”.
Pensamos que este punto es muy cierto, ya que, si no le encontramos el sentido sea cual sea a nuestra vida y a todo lo que ella conlleva, jamás podremos encontrarle el sentido a nuestro sufrimiento y poder entender que las malas experiencias...
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