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Por todos estos motivos decidimos cultivar, regalar y vender la estevia, y el resultado ha sido que la Administración pública nos ha coaccionado para que abandonemos nuestro proyecto, tal y como denuncio en esta carta abierta a la consejera de Salud de Cataluña:
Muy Honorable Sra. Consejera de Salud de la Generalitat de Cataluña:
Soy JosepPàmies, agricultor de Balaguer, miembro de Slow Food y de la Asamblea Pagesa de Catalunya, entidades preocupadas por la alimentación como fuente de salud.
Sé que es difícil que esta carta llegue a sus manos, pero espero que la persona o personas que filtran su correspondencia entiendan los motivos que me llevan a intentarlo.
Como iniciativa personal, desde hace muchos años intento recuperar para laalimentación humana toda una serie de plantas mal denominadas «malas hierbas», todas ellas con una u otra propiedad preventiva de enfermedades.
He podido introducir en el mercado, con mucha dificultad, nuevas ensaladas provenientes de estas «malas hierbas» que hasta hace una década yo mismo eliminaba con herbicidas, dada la formación química de producción agrícola que había recibido.
Sería muylargo de explicar, pero estos últimos años he conseguido reconvertir mis métodos de producción de alimentos, de tal forma que sean más seguros para la sociedad, sin abusar tanto de todo ese arsenal químico que hoy en día agricultores y ganaderos tenemos a nuestro alcance.
Descubrí a los 59 años el engaño de la industria de los fitosanitarios agrarios, íntimamente ligada a la industriafarmacéutica.
Descubrí a mi edad que he colaborado, seguramente, a que las enfermedades crónicas de la sociedad hayan aumentado de la forma en que lo están haciendo, en buena parte debido a una alimentación tan llena de residuos de pesticidas, antibióticos, hormonas, etcétera.
Descubrí que en esta vida todo se está convirtiendo en negocio y que las enfermedades crónicas (diabetes, cáncer, obesidad,alergias, hipertensión, colesterol, etcétera), son un filón inagotable de beneficios para la industria farmacéutica.
Descubrí que la mayoría de estas enfermedades crónicas podrían en buena parte evitarse o curarse con un cambio hacia una alimentación más natural, potenciada por la aplicación rigurosa de las propiedades de muchas plantas medicinales, que podemos obtener con un coste ridículo, frente alexpolio descarado que la industria farmacéutica ejerce sobre el presupuesto sanitario público. Conocí las opiniones de un premio Nobel de Medicina, Dr. Richard J. Roberts, que asegura (en una entrevista en La Vanguardia)
http://lacomunidad.elpais.com/casajuntoalrio/2007/10/18/el-farmaco-cura-es-rentable
que la industria farmacéutica obliga a los investigadores a reconvertir un fármaco que podríacurar una enfermedad en otro que la perpetúe como crónica; conocí la opinión de una monja catalana, Teresa Forcades, doctorada en Medicina y Teología, que de forma valiente desvela en un informe los intereses criminales de la industria farmacéutica http://www.fespinal.com/espinal/llib/es141.pdf
Ante este panorama que he podido constatar personalmente, tengo dos opciones: o bien callar conresignación y esperar que las autoridades sanitarias nos lo resuelvan todo, o bien colaborar activamente desde la sociedad civil en este espíritu que inició usted, Honorable Consejera, al intentar introducir dentro la sanidad pública algunas de las medicinas alternativas, menos agresivas que la dominante.
Sé que usted, como persona sensible, así como buena parte de los políticos, piensan que es precisoenderezar esta locura en la que nos hemos adentrado todos sin darnos cuenta, dado que durante mucho tiempo casi todos hemos pensado que este modelo que se ha ido imponiendo era un modelo que ayudaría a prosperar a la humanidad.
Pero también sé lo difícil que debe ser iniciar y consolidar un cambio en este tema tan importante, debido a los grandes intereses económicos que hay detrás.
Como le...
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