Acto cuarto "Las de Barranco"
La misma decoración del acto anterior. Entra Carmen por la izquierda con una canastilla de costura y se adelanta hasta la mitad de la escena, cuando aparece Linares por la derecha, que viene con sombrero puesto. Al verse, ambos se detienen, vacilan un momento, se cercioran de que nadie los ve y adelantándose después el uno hacia el otro, toma Linares entre las manos la cabeza deCarmen y simula darle un beso sobre la frente, apresurándose enseguida a desaparecer por el foro, mientras Carmen, dando señales de agitación, queda con la mirada fija hacia la izquierda, como temerosa de haber sido espiada. Un instante después entra Manuela corriendo por la izquierda y al encontrarse con Carmen se detiene bruscamente y trata de hacerse la disimulada, aparentando buscar algo a sualrededor.
CARMEN. - (Sonriendo amargamente.) ¿Me habías perdido de vista?
MANUELA. - (Fingiendo sorpresa.) ¿Por qué?
CARMEN. - ¡No seas tonta! ¿Crees que no sé que desde hace días me andás espiando por encargo de mama?
MANUELA. - (Un poco confusa.) ¿Yo? ¡Qué más te quisieras!... ¡para lo que a mí me importa!
CARMEN. - (Con amargura.) ¡Hija!... ¡bonito oficio! (Le da la espalda.)¡Seguí no más!
(Aparece doña María por la izquierda.)
DOÑA MARÍA. - (Con acritud.) ¿Qué están haciendo aquí? (Fija la vista en Carmen.)
CARMEN. - Salgo recién del cuarto. (Mostrando la canasta.) Iba a coser.
DOÑA MARÍA. - (Siempre mirando a Carmen, mientras Manuela se aproxima hacia la puerta izquierda y se detiene cerca de ella.) ¿Está adentro el sinvergüenza ése?
CARMEN. - (Condureza.) ¡No sé a quién se refiere!
DOÑA MARÍA. - No sabés... ¿eh? Pues me refiero a tu Linares, a quien felizmente ya voy a tener pocos días más.
CARMEN. - (Alarmada.) ¿Pocos días?
DOÑA MARÍA. - Hoy le he pedido el desalojo. ¡No quiero sinvergüenzas en mi casa!
CARMEN. - (Irritada.) ¡No era sinvergüenza cuando se trataba de conseguirle un aumento de la pensión! ¡Así agradece!
DOÑAMARÍA. - (Ahuecando la voz.) ¡El aumento!... (Desdeñosa.) ¡Bonita porquería!... ¡cincuenta pesos!... (Bruscamente.) Pero, sobre todo, aquí no se trata de aumentos, ¿entendés? ¡No quiero que hablés con él! ¡No quiero que lo veas! (Exaltándose.) ¡Eso es lo que no quiero!
CARMEN. - (Con firmeza.) ¡Desde que va a casarse conmigo!
DOÑA MARÍA. - (Furiosa.) ¿Casarse?... ¡Yo le voy a dar casarse a eseatorrante! ¡¡Canalla!! ¡¡Muerto de hambre!!
(Entra Pepa por la derecha con sombrero puesto y paquetes; deja el sombrero y los paquetes sobre un mueble mientras Manuela se le aproxima.)
CARMEN. - (Indignada.) ¡No hable así mama! ¿Con qué derecho habla así?
DOÑA MARÍA. - (En el colmo del furor.) ¡Hablaré como me dé la gana!, ¿entendés? ¿Qué es lo que te has creído? ¡Es lo que me faltaba ahora,que en mi propia casa no pueda decir lo que quiera de un zaparrastroso! ¡De un pillo! ¡De un ladrón!
CARMEN. - (Estallando.) ¡Cállese! ¡Cállese! ¡Debía darle vergüenza hablar de esa manera! (Vase bruscamente por la izquierda.)
DOÑA MARÍA. - (A gritos, a Pepa.) ¡Ahora mismo le decís a ese bandido que no quiero que pase el día de mañana sin que se mande mudar! (En momentos en que Pepa va asalir por el foro.) ¡Y que me han dicho que le han visto en la azotea! ¡Que no quiero que suba a la azotea, porque yo misma a empujones lo voy a bajar! (A Manuela, mientras Pepa vase por el foro.) Y vos andá a ver a esa hipócrita, ¡no la perdás de vista! Es capaz de escribirle.
MANUELA. - (Encantada.) ¡No hay cuidado! (Vase por la izquierda.)
(Aparece por el foro Morales, revelando en suactitud, abatimiento.)
MORALES. - Señora, desde mañana puede disponer de la pieza.
DOÑA MARÍA. - (Sorprendida.) ¿Se va?... ¿Por qué se va?
MORALES. - (Después de un momento de vacilación.) He resuelto mudarme...
DOÑA MARÍA. - Pero, tendrá algún motivo...
MORALES. - No, señora, no. Quiero estar más cerca del hospital. Eso es todo.
DOÑA MARÍA. - (Incrédula.) Pero, ¿de veras se va?...
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