Adictos A La Lectura
La caída a este mundo imaginario, si la historia es buena y bajo tu piel hay sangre caliente, puede incluso hacerte olvidar quién eres o cuántas horas llevas anonadado tras las páginas en tu sofá. Recuerdos, miedos, dolores,angustias y todo tipo de sentimientos se desvanecen al igual que la tinta desaparece con el agua. A partir de ese momento te conviertes en el observador de un mundo imaginario, abstracto y tan real o irreal como el tuyo propio: estás mirando la vida a través de los ojos de otro. Eres como un espía invitado. La facultad de algunos autores para narrar historias te hace desarrollar nuevos miedos,alegrías o anhelos, así como llegar a querer o detestar a los personajes que desfilan a lo largo de la narración. Podría compararse a estar en una tierra extraña rodeado de nativos.
Nuestro cerebro en la ficción
Es imposible que esta intensidad de emociones que puede causar la buena literatura no deje huella en nuestro cerebro. El devorador de páginas sabe que leer un libro no es sólo un pasatiempo, sinoun estilo de vida.
En un artículo reciente publicado por la divulgadora Annie Murphy Paul en el New York Times, la autora narra como una nueva investigación ha demostrado que las historias no sólo estimulan nuestro cerebro, sino que modifican la forma en la que actuamos en nuestra vida.
Siempre se ha afirmado que los viejos medios de comunicación, a diferencia de los nuevos como Internet, nofacilitan la interactividad. Pero esta afirmación no es del todo cierta: los libros tejen vínculos con nuestra soñadora materia gris. El lector no es un vulgar receptor al uso, sino que entra en un proceso que poco a poco va cambiando su vida. Y tiene efectos secundarios.
Podemos ver y oler cosas que no están ante nosotros
¿Hay algo más excitante que una descripción perfecta? Patrick Süskind sabíacon qué emociones jugaba cuando describía el putrefacto olor del pescado en El Perfume, una escena que aún hoy aparece de vez en cuando a visitarme en mis pesadillas. La buena escritura tiene el poder de estimularnos sensorialmente con el fin de dejarnos oler las rosas de un jardín o sentir los golpes en nuestra propia piel. George Lakoff y Mark Johnson, autores de Metaphors We Live By, examinaronel poder de las metáforas. Estas tienen el privilegio de poder activar distintas áreas de nuestra conciencia debido a su significado. La metáfora está presente en nuestra vida de forma permanente, ya sea de pequeños a través de las fábulas o los cuentos de hadas o de mayores, cuando las usamos de forma recurrente para expresarnos.
Cuando leemos una buena metáfora, áreas de nuestro cerebroasociadas con el olfato y el tacto se 'iluminan' de la misma forma que lo harían si fuéramos a oler una prenda de cuero o a poner nuestras manos sobre un cazo hirviendo. Todo esto es posible gracias a que tenemos un bagaje sensorial previo que nos permite oler, saborear o sentir cosas que realmente no están allí presencialmente.
Personajes, ¿amigos imaginarios?
Otra de las características de un...
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