adios a las izquierdas

Antonio García Ponce




ADIÓS A LAS IZQUIERDAS














Caracas, Alfadil Ediciones, 2003




El comunismo [ha] muerto, y... por tanto, ser anticomunista [es] un arcaísmo como ser anticarlista y antimasón.
Francisco Vera Izquierdo, El Nacional, 5/12/2002, p. A/11


INTRODUCCIÓN
Para quien fue militante activo, incluso dirigente nacional del Partido Comunistade Venezuela, no resulta cómodo escribir lo que va a leer el lector en estas páginas. El marxismo se toma a menudo en nuestro medio más como una creencia que linda con la religión que como una doctrina social. Con ese apasionamiento y mística que se suele llamar fe de carbonario, el militante comunista adopta con facilidad los rituales de la secta, milita en una célula, con sus reuniones semanalesy su orden del día rígido, sus cotizaciones de fiel cumplimiento, sus tareas en el medio obrero o de masas, discute el informe político cuidándose de no cometer desviaciones, cumple con el centralismo democrático que exige el sometimiento estricto de la minoría a la mayoría y de los órganos inferiores a los superiores, maneja sin pudor la autocrítica ante los errores políticos y personalescometidos, cuida muy bien de su conducta ética ante los ojos escrutadores de la Comisión de Control, y asiste feliz a la gran feria de las discusiones y elecciones de las Conferencias y Congresos periódicos del Partido, ornados con el ceremonial de la elección del Presidium de Honor (donde caben los dioses del Olimpo: Stalin, Prestes, Fidel, el Che, Thorez, Togliatti, Cupertino Muñoz, Gustavo yEduardo...), y el escrutinio de la composición social u origen de clase de los delegados, y sus años de prisión sufridos, para así demostrar que el partido es un partido de obreros y de probados militantes que han sufrido prisiones y clandestinidades. Pero, muchas de estas cosas podrían quedarse en el terreno de lo folklórico y de la apelación a los resortes espirituales que por lo común motorizan amuchas agremiaciones, si no fuera por la obligación sin escape de seguir las verdades esenciales del movimiento, a saber: la lucha de clases, la revolución, el papel rector de la clase obrera, el Partido como vanguardia del proletariado, la lucha contra el imperialismo yanqui como enemigo principal de la humanidad progresista, y el internacionalismo proletario, cuya piedra de toque es (o era) lafidelidad a la Unión Soviética. Cámbiense o matícense algunos de estos principios por otros, igual de irrestrictos, y se tendrá la cristalización del pensamiento y acción del militante en un corsé mineralizado. Dentro de tal cuadro lleno de normas congeladas, apenas se permiten los “enriquecimientos” de la teoría o de la actividad práctica, que no pasan de ser eufemismos para justificar acomodos deocasión. No es extraño, entonces, que sea tan pertinaz el empecinamiento de estos marxistas en manejar un puñado endeble de razonamientos y conductas standard.
En el plano de la teoría, el marxismo es inseparable de la lucha contra las desviaciones que intentan revisar su contenido o abolir algunas de sus tesis esenciales. Los tres pensadores más excelsos que, según los textos, convirtieron elmarxismo en una ciencia, Carlos Marx, Federico Engels y Vladimir Lenin, escribieron buena parte de sus libros y ensayos para refutar las posiciones de sus adversarios en el propio campo donde se debatían las ideas socialistas, y de esa lucha emergieron los epítetos de revisionistas y renegados. El revisionista inicial y más conspicuo fue Eduard Bernstein (1850-1932), y a él le siguió el renegado deantología, Karl Kautsky (1854-1938). Después del triunfo de la Revolución Rusa, y ya entronizado en el poder José Stalin, la refutación pasó rápidamente del plano ideológico al policial, como lo demuestran las repetidas purgas en las filas del bolcheviquismo contra los trotskistas, los bujarinistas y un largo etcétera de corrientes disidentes, con sus miles de víctimas llevadas al paredón de...