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MERIDIANO DEL 82
Los alegatos orales en el largo juicio de 11 años que enfrenta a Nicaragua y Colombia por los límites en el mar Caribe concluyeron, y queda ahora esperar un fallo final no muy lejano.
Para Nicaragua hay tres aspectos muy importantes a tener en cuenta. Están contenidos en la sentencia de la Corte Internacional de Justicia, CIJ, sobre las objeciones preliminares de Colombia a lacompetencia de la Corte del 13 de diciembre de 2007.
Uno es el asunto de la soberanía sobre San Andrés, Providencia y Santa Catalina. La CIJ formuló que no era competente para decidir sobre la soberanía de esas islas, reconociendo que el Tratado Bárcenas Meneses-Esguerra de 1928 resolvió ese asunto, pese a la denuncia de ese instrumento por el Estado nicaragüense y la circunstancia histórica dela ocupación militar estadounidense de 1927 a 1933. Es decir, debemos tener claro que esas islas quedan en posesión de Colombia.
Dos, la CIJ reconoció que el tratado en mención no dirime a quién pertenece la soberanía de otros accidentes como los bancos de Roncador, Quitasueño y Serrana, y se declara competente para juzgar el asunto, cuestionando la afirmación colombiana de que pertenecen a esepaís.
Y un tercer aspecto, uno sumamente importante, es que la CIJ reconoció que el tratado de 1928 no establece un límite en el mar, y, rechazando la objeción colombiana, se declara competente para delimitar las áreas marítimas de ambos estados. Esto significa la muerte de la antojadiza interpretación unilateral de Colombia de que la frontera marítima es el meridiano 82, la cual se fue así albasurero de la historia.
En general, me parece que la línea de argumentación y las peticiones de Nicaragua son correctas. Ya que no existe un límite en el Caribe, corresponde a la honorable Corte delimitar los territorios marinos, definiendo plataformas continentales respectivas a partir de las costas, una zona económica exclusiva, la soberanía de los accidentes que no pertenecen al archipiélago deSan Andrés (la cual hemos solicitado), y que las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina junto a otros accidentes que puedan ser adjudicados a Colombia, sean enclavados en un mar territorial de doce millas náuticas.
Es decir, Nicaragua pide a la CIJ que siga los principios del moderno Derecho Internacional del mar y los precedentes jurídicos internacionales. Así fue en el caso Nicaraguavs. Honduras, fallado en 2007. ¿Cómo pueden ser más importantes unas pequeñas islas con escasa costa ante 450 kilómetros de costa continental? Sería ir contra las normas contemporáneas del Derecho Internacional del mar.
Hay bases para un optimismo moderado. La CIJ tratará de ser, como es su costumbre, un juez salomónico y estoy seguro que hará justicia a Nicaragua. Sin embargo, no debemos caer nien la excesiva confianza ni el chovinismo. No obtendremos todo lo que queremos.
Colombia tiene un formidable equipo de excancilleres, extraordinarios expertos, una copiosa documentación que por ahora solo conocen la CIJ y los agentes, y supo ganar tiempo con objeciones y la ayuda –tradicional, tristemente– de Honduras y Costa Rica, las cuales atrasaron el juicio con peticiones de intervención quefueron denegadas.
Colombia ha adelantado una petición de delimitación asombrosa y sumamente injusta. Quiere que la CIJ delimite la frontera entre el archipiélago de San Andrés y la costa, y reivindicando la soberanía de todos los cayos de la zona.
La línea general de argumentos colombianos descansa en la validez del Tratado Bárcenas Meneses-Esquerra, su soberanía sobre San Andrés y demás islas–incluyendo las no incluidas en el acuerdo– y en la afirmación de la posesión de las islas desde los tiempos coloniales, basada en la famosa, nebulosa e imprecisa Orden Real de San Lorenzo de 1803.
Es absolutamente claro que la petición colombiana es contradictoria con las normas del Derecho Internacional del mar: quiere privilegiar unas pequeñas islas e islotes sobre la costa continental y su...