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“Los ejecutivos leales” (The company men, 2010, en España “El empresario”,  escrita y dirigida por John Wells), se adentra en un problema que oprime a las economías del primer mundo: la gente a quienes despiden de sus trabajos, el desempleo, los empeños por reubicarse, las estériles tentativas de conseguir otro.
Noticias sobre quiebras de bancos y fraudes se escucharán al entrar los créditosfinales, para remachar un drama que se ha hecho cotidiano. El planteamiento del guionista-director es radical en el imprevisto golpe a una vida tranquila, de alto nivel, y las dificultades para sobreponerse. Toma tres personajes para valorar cómo lo resienten cada uno de ellos.
Explota sin dilación un día de trabajo como cualquiera, la sensación de que es una jornada anormal, las reuniones, elllamado ante la jefa de recursos humanos, la frase cual gancho al hígado, en frío. La facilidad con la cual en grandes corporaciones de Estados Unidos se puede “correr” a un jefe o empleado. La comprensión por el destituido de no ser el único. La inutilidad de telefonear o buscar al jefe, quien anda en conferencias donde ha de soltar verdades acerca de las finanzas de su compañía.
Se deja ver que sehan creado oficinas para elevar los ánimos a esos ex trabajadores -que cada día son más y de todos estratos-, a ayudarles a superar el trance. Con el personaje de Bobby (Ben Affleck) se otea aquellos ejecutivos crédulos de estar ante una situación temporal, y darse el torpe lujo de rechazar un puesto menor, reacios a vender su mansión, a reducir gastos fútiles; cómo bajan al mundo real y han deaceptar sin chistar que se lleven su Porsche, abandonar la vivienda, irse con los papás, aceptar un trabajo inferior.
La película se mueve entre los protagonistas, Bobby, Gene (Tommy Lee Jones) y Phil (Chris Cooper); a su vida doméstica, a los altos vuelos de la esposa de Gene; a los compromisos de Phil y su negación a contarle a su familia que ya no tiene trabajo, sus escondites, el alcoholismorampante.
El realizador John Wells -de amplia trayectoria en producciones televisivas y en su debut en largometrajes en cine-, regula con cada uno del trío las reacciones a la crisis, y encamina a adivinar sus desenlaces. Enjuicia a los dueños o presidentes de esas compañías quienes con el discutible afán de ahorrar, reducen sus nóminas, mientras activan las cuentas para venderla y salir conmillones de ganancia; esos jerarcas que olvidan a los viejos camaradas con quienes flotaron la pequeña empresa y la hicieron crecer.
Wells invade la pantalla con las discusiones para ver quiénes son los siguientes a despedir, y las infructuosas defensas por parte de Gene; para de ahí atracar en la lógica consecuencia: la recepción de los documentos con que se deshacen de él; sin excusar que su amanteSally (María Bello) es la encargada de avisarle.
El descenso de Bobby es el más inclinado (hasta el equívoco de fecha en una cita en otra ciudad); y conduce a su cuñado Jack (Kevin Costner),  ejemplo de trabajador tenaz, dedicado a su pequeña empresa constructora, sin depender de nadie, consciente de que es la única manera de superarse, de resistir, sin necesidad de nadie excepto su propiacapacidad.
Porque en su itinerario, “Los ejecutivos leales”, rebota al canto al “self made man” estadounidense, como Jack, o como Gene quien retorna al lugar dónde empezó su compañía, recuerda sus raíces, y es capaz de despabilarse y reiniciar otra nueva empresa, a la par que da empleo, rescata a los despedidos, cree en ellos.
Pero la onda concéntrica de la recesión se lleva entre las patas a varioscomo Phil, inermes para resarcirse. El director Wells puntea más con él las trabas para volver a ser contratado: por la edad, aunque se pinte el cabello. Es amarga y cruel la secuencia donde un ejecutivo le dice que necesita alguien de treinta años, que lo ridiculizarían si propusiera a Phil. La secuela de ello es vista en silencio en casa de Phil, sabemos hacia dónde va al introducirse a la...