administracion
En un mundo globalizado, donde las injusticias adquieren también tal dimensión, especialmente sensible en nuestro contexto latinoamericano, y donde lademocracia como medio y como fin siempre parece estar entre paréntesis o cuestionada, creo fundamental recuperar la reflexión en torno a sus valores principales y sus implicaciones educativas.
Lafalta de una cultura sólida y unos valores sociales, personales, éticos y políticos bien estructurados en la sociedad colombiana, se conjugan para dar como resultado un no muy honroso y definitivamentevergonzoso segundo lugar en Corrupción en América Latina y el tercer lugar entre 52 países del mundo según lo cita el periódico el Colombiano en su edición del 30 de marzo de 2003; al llegar aanalizar esta situación se hace necesario e indispensable mirar con detenimiento las diferentes manifestaciones del pensamiento del colombiano de manera individual para darnos cuenta que los problemas delpaís se pueden resumir en la necesidad imperiosa de un cambio de actitud, de un cambio sustancial en nuestra forma de pensar, es por esto que a pesar de que nuestros legisladores se esfuerzan cada díapor generar e impulsar normas y leyes que le garanticen al país una situación de total transparencia, suena paradójico y a veces hasta inmoral que en nuestra realidad en tanto que los legisladoresfirman la ley existe casi que de forma paralela y simultánea y podría decirse que a veces hasta perversa la forma en que ellos mismos conocen la manera de hacerle trampa a esa misma ley.
Teniendo encuenta que el problema tiene origen en la mente, de donde se reproduce cada vez que tiene la oportunidad, germina en el suelo fértil de la impunidad y la complicidad y crece con los nutrientes que leproporciona la conspiración, la intolerancia y el egoísmo, cualidades perennes e innatas de nuestra clase dirigente; hemos desarrollado toda una industria de la farsa, la hipocresía y la falacia,...
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