Adolescentes
En segundo lugar, debemos considerar que el comportamiento contradictorio e impredecible del que se acusa a los adolescentes se explica por las demandas emocionales que alternan en su interior. Durante la adolescencia, tratamos de adecuarnos a las exigencias sociales (responsabilidad, ahorro, estudio y horarios), mientras que por dentro anhelamos satisfacer nuestrosgustos, tan pronto como se pueda y pese a quien le pese. La tensión emocional que experimentamos al ver rebasado nuestro cuerpo y el abandono inequívoco de los privilegios de la infancia se viven más como una imposición que como un proceso natural y deseable. La conducta oscila entre la aparición de fobias y tendencias para reprimirlas, a fin de asimilarse al mundo adulto. Muchos padres percibenestos comportamientos como amenazantes para la integridad famliar, dado que les resulta conflictivo aceptar en sus hijos la emergencia de la genitalidad y la personalidad expansiva que van aunadas a esta fase del desarrollo.
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Entre tanto, el adolescente explora su universo relacional, desistiendo de la contienda edípica y temeroso de su recién adquiridapotencialidad sexual. Es común que las primeras relaciones amorosas se emprendan con torpeza y con cierto histrionismo. Más que enamorarnos de una persona, nos enamoramos del amor; y tan pronto sentimos la necesidad de integrarnos a un grupo de amigos como de retraernos en la intimidad de nuestros cuartos, a oscuras y sumergidos en nuestra música favorita. Parece como si nos debatiéramos entre ser partedel mundo y volver al ambiente cálido, nutricio de nuestra vida infantil.
En medio de estos vaivenes, oscilando entre la clarificación de nuestros afectos y el duelo por dejar atrás la protección materna, aprendemos a madurar (y cómo nos disgusta que nos digan: ¡ya madura!, como si fuera tan fácil).
Relación con el entorno
Un aspecto interesante, el tercero, es que adquirimos una percepción decontinuidad y uniformidad al identificarnos con ídolos musicales o de películas. Casi inadvertidamente, compramos ropa de moda, que ostenta la marca distintiva, y nos peinamos y decoramos el cuerpo siguiendo el perfil de un artista, un atleta o un grupo de rock preferido. Las ventas millonarias de zapatos tenis auspiciadas por basquetbolistas y de jeans o camisetas promovidos en televisión así loatestiguan.
Al margen de estas tres premisas, que matizan nuestro desarrollo madurativo, está la violencia. Sea como resultado de las interacciones brutales que vivieron en la infancia o producto de una identidad difusa y sin límites emocionales precisos, algunos adolescentes se vuelcan a las calles, desgarran las paredes con puñaladas de colores y se aíslan en el estupor de las drogas paraocultarse de sí mismos. Podemos decir que, en ellos, el dolor brota de una herida abierta desde el abandono, desde un hogar que se rompió y que se busca -irrecuperable- en la oscuridad de los lotes baldíos y las casas abandonadas. Como gatos malheridos, estos jóvenes rondan la noche: la banda los recoge, los contiene, les da abrigo. En proporción similar, acaso más organizadamente, los adolescentescon más recursos se juntan en los antros. Aquí el alcohol, la fuerza de la música y un ambiente voluptuoso, donde se confunden los sudores y la escasa luz, parecen cobijarlos. En este ambiente es más fácil tocar al otro, sentirse acompañado, encontrar un lenguaje corporal común y "ser auténtico". Parece incomprensible que en tal comunión surja la violencia o el exhibicionismo, pero tenemos queentender que la despersonalización engendra precisamente comportamientos agresivos y paranoides.
Ahora bien, mientras más trabas ponga la familia o la sociedad para permitir la expansión de las conductas adolescentes, de manera autoritaria y sin ofrecer límites flexibles, más aberrantes serán las formas de rebeldía. La necesidad de experimentar, de probar las fronteras de lo corporal y lo...
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