Adrian

Dolonia

El Atrida Agamenón, pastor de hombres, creyendo que lo mejor sería acudir a Néstor Nelida, el más ilustre de los hombres, para buscar un medio que librara de la desgracia a todos los Dánaos. También Menelao, temía que les ocurriese algún percance a los aqueos que por él habían llegado a Troya.
Menelao, habló a Agamenón: “¿Por qué, hermano querido tomas las armas?”
Responde el reyAgamenón: “Ambos, oh Menelao, alumno de Júpiter, tenemos necesidad de un prudente consejo para defender y salvar a los argidos y las naves, pues la mente de Jove ha cambiado, y en la actualidad le son más aceptos los sacrificios de Héctor, que tanto daño ha causado a los aqueos. Anda, encamínate a las naves y llama a Ayax y a Idomeneo; mientras voy en busca del divino Néstor.
Dijo entoncesMenelao, ¿Me quedaré con ellos y te aguardaré allí, o he de volver corriendo cuando les haya participado tu mandato?
El rey Agamenón, contestó: ”Quédate allí, no sea que luego no podamos encontrarnos, porque son muchas las sendas que hay a través del ejército. Trabajemos también nosotros, ya que cuando nacimos Júpiter nos condenó a padecer tamaños infortunios”
Despidió al hermano bien instruido yfue en busca de Néstor. Hallóle en su pabellón, junto a la negra nave.
¡Quién eres tú, que vas solo por el ejército y los navíos, durante la tenebrosa noche, cuando duermen los demás mortales? ¿Qué deseas?
Respondió Agamenón: “¡Néstor Nelida, gloria insigne de los aqueos! Vagando voy: pues, preocupado por la guerra y las calamidades que padecen los aqueos. Los enemigos se hallan cerca y nosabemos si habrán decidido acometernos esta noche.”
Despertaremos a los demás: Tidida, famoso por su lanza; a Ulises, al veloz Ayax de Oileo y al esforzado hijo de Fileo
El primero a quien despertó Néstor, caballero geranio, fue Ulises, que en prudencia igualaba a Júpiter.
Fueron en busca de Diomedes Tidida, y le hallaron delante de su pabellón con la armadura puesta.
Néstor le dijo: Ve y hazlevantar al veloz Ayax y al hijo de Fileo, y llévalos contigo. Atravesó el foso, siguiéronle los reyes argivos, Mariones y el preclaro hijo del anciano, sentáronse en un lugar limpio donde el suelo no aparecía cubierto de cadáveres. Acomodados en aquel sitio, conversaban y Néstor, caballero geranio, comenzó a hablar:
“¡Oh amigos! ¿No habrá nadie que, confiando en su ánimo audaz, vaya al campamentode los teucros? Quizás hiciera prisionero a algún enemigo que ande cerca del ejército, o averiguara, oyendo algún rumor, lo que los teucros han decidido, si desean quedarse aquí, cerca de las naves o volverán a la ciudad cuando hayan vencido a los aqueos. Si se enterara de esto y regresara incólume, sería grande su gloria, y tendría una hermosa recompensa; cada jefe le daría una oveja con sucorderito y se le admitiría en todos los banquetes y festines”.
De tal modo habló, que enmudecieron todos, hasta que Diomedes, valiente en la pelea, les dijo: “Néstor, mi corazón y ánimo valeroso me incitan a penetrar en el campo de los enemigos; pero si alguien me acompañase, mi osadía y confianza serían mayores. Cuando van dos, uno anticipa al otro en advertir lo que conviene.
Tales fueron suspalabras, y muchos quisieron acompañar a Diomedes.
Agamenón dijo: “Diomedes Tidida, escoge por compañero al que quieras; pues son muchos los que se ofrecen.
“Si me mandáis que yo mismo designe al compañero, ¿cómo no pensaré en el divino Ulises?.
Respondió el paciente divino Ulises “vámonos, que la noche está muy adelantada y la aurora se acerca”.
El intrépido Trasimedes dio al Tidida una espadade dos filos –la de éste había quedado en la nave- y un escudo; y le puso un morrión de piel de toro sin penacho ni cimera, que se llama catetyx y lo usan los jóvenes para proteger la cabeza. Mariones proporcionó a Ulises arco, carcaj y espada, y le cubrió la cabeza con un casco de piel que por fuera presentaba los blancos dientes de un jabalí.
Tales fueron sus respectivas plegarias, que oyó...