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Presidencia bipolar
Al ver las condiciones prevalecientes del México de hoy, me pregunto: ¿Qué tipo de Presidente debe tener nuestra República en este momento de incipiente democracia?Siempre supe cuál fue el rol de nuestros anteriores líderes. Una especie de Luis XIVs. Inexpugnables, infalibles, implacables, indomables, sordos y en muchas ocasiones irresponsables ante el futuro.Ignorantes que seis años de gobierno, implican cientos de años más para el juicio de la historia. Algunos —con tanta suerte— que ni siquiera ésta les prestará la atención debida, luego de sus atrocidades.Fueron los infalibles de su época. Mucho gobierno, escasa sociedad. Todo el poder concentrado en Tlatoanis del siglo XX, mientras que el resto de nosotros —mortales menores— veíamos y sentíamos su paso,sin reaccionar. Atónitos ante nuestra inmadurez. Inermes sobre su tremenda influencia en nuestras vidas.
Luego vino la decadencia. Ernesto Zedillo empezó a romper la liturgia y boato alrededor de lafigura presidencial. Se mostró “humano”. Tomó el reto de acercarse. Empezó a ser accesible. Vicente Fox acaba con la reverenciada presidencia. No sé, pero creo que el —águila mocha— más que un diseñomoderno, resultó el epítome de una realidad. El Presidente logró que se perdiera el respeto a la investidura. Pasó de la extrema fortaleza a la anorexia. De la omnisciencia a la orfandad.
Desde quellegó Felipe Calderón a la Presidencia de México, advertí que su principal función sería regresarle a la silla del poder, el respeto perdido. Imponer en Los Pinos ese carácter necesariamente“inalcanzable” que le devolviera fuerza y posibilidades reales para ejercerlas en aras de encontrar las rutas más cortas para la resolución de los acuciantes problemas de nuestros tiempos... Pero hay matices enel camino que habremos de entender. Ante las condiciones prevalecientes en el México de hoy, la Presidencia de la República debe ser un tanto bipolar. ¡Bipolar dije! Por un lado, habrá de atender...