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Páginas: 3 (688 palabras)
Publicado: 7 de febrero de 2015
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Creadora de la novela realista de costumbres, Cecilia Böhl de Faber —que firmaba con el seudónimo Fernán Caballero— pretende,según propia confesión, 'poetizar la realidad sin alterarla'. En este texto, cuidado en su composición y en su desarrollo, la autora enumera las cualidades de la mujer española.
Fragmento de “Una enotra”
De Fernán Caballero.
CASTA.
«No soy», prosiguió el peruano, «hombre que hace discursos; me gusta venir cuanto antes al grano. Así, sin más preámbulos, señora, sepa Ud. que a lo quevengo es a pedirla su hija para mi muchacho. Ud., esto lo extrañará, pero ¿qué quiere Ud.? el hombre propone y Dios dispone. Tenía otra boda para él a la vista; eran otras mis miras. Pero el señoritodice que no: se ha puesto triste y malo. ¡Qué demonios! Es mi hijo único, y, cuando le veo triste o enfermo, no sé decirle que no.»
Mientras el viejo Miranda pedía de esta manera humillante lamano de Casta, ésta se había puesto alternativamente encendida como el sol, y pálida como la luna.
Doña Mónica, fuera de sí de alegría, respondió algunas palabras corteses, mirando a su hija coninquietud. Estaba ésta impasible y sin levantar los ojos de su costura.
No se hallará, quizás, entre las jóvenes españolas criadas en el mundo, esa ciega inocencia, esa temblorosa timidez, esa...
Creadora de la novela realista de costumbres, Cecilia Böhl de Faber —que firmaba con el seudónimo Fernán Caballero— pretende,según propia confesión, 'poetizar la realidad sin alterarla'. En este texto, cuidado en su composición y en su desarrollo, la autora enumera las cualidades de la mujer española.
Fragmento de “Una enotra”
De Fernán Caballero.
CASTA.
«No soy», prosiguió el peruano, «hombre que hace discursos; me gusta venir cuanto antes al grano. Así, sin más preámbulos, señora, sepa Ud. que a lo quevengo es a pedirla su hija para mi muchacho. Ud., esto lo extrañará, pero ¿qué quiere Ud.? el hombre propone y Dios dispone. Tenía otra boda para él a la vista; eran otras mis miras. Pero el señoritodice que no: se ha puesto triste y malo. ¡Qué demonios! Es mi hijo único, y, cuando le veo triste o enfermo, no sé decirle que no.»
Mientras el viejo Miranda pedía de esta manera humillante lamano de Casta, ésta se había puesto alternativamente encendida como el sol, y pálida como la luna.
Doña Mónica, fuera de sí de alegría, respondió algunas palabras corteses, mirando a su hija coninquietud. Estaba ésta impasible y sin levantar los ojos de su costura.
No se hallará, quizás, entre las jóvenes españolas criadas en el mundo, esa ciega inocencia, esa temblorosa timidez, esa...
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