agresividad infantil y relaciones violentas
Mtra. María Guadalupe Covarrubias de la Torre y Vera Ramírez, Alejandro
Universidad de Guadalajara, 2006
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contraportada del Libro
Primera pagina del Articulo Original
INTRODUCCIÓN
Es la falta de amor, en la polaridad amor-odio, donde se instalan las interacciones violentas. El odio es su sustrato y alimenta formas de relación que contextualizan los actos violentos, es decir, nohay una violencia per se. Esta manera de vivir se da en un contexto y una historia, en una formación de figuras y en su destrucción (formación gestáltica). Es por eso que no es la faceta destructiva de la violencia únicamente lo que la define, pues es compartida esta faceta destructiva por otras interacciones necesarias para la asimilación de la experiencia (la “agresividad” alimenticia,intelectual, sociohistórica). Básicamente planteamos, desde un enfoque gestáltico integral, (que integra cuatro dimensiones humanas de la experiencia: lo bio-psico-cultural y sociohistórico) que la agresión y la violencia se distinguen por formar expresiones con un fondo emocional distinto: el amor y el odio, respectivamente. A esta diferencia se dirigen los siguientes planteamientos en el contexto de laexperiencia de trabajo clínico con niños.
Desde 1984, en el Centro de Servicios Clínicos para Niños (CESEPCLIN) han sido una constante estadística las solicitudes de servicio de atención para el niño denominado coloquialmente de “mala conducta” y “agresivo”, considerado en el DSM IV-TR comotrastorno disocial tipo de inicio infantil. Las solicitudes llegan hasta el 80%, requiriendo servicio deatención para el niño señalando con características de niño “terrible”, “incontrolable”, que “no hace caso de nada”, “sólo entiende si le pegamos o castigamos”, “no atiende reglas”, “no se mide”, etcétera (Covarrubias, Serrano y Valencia, 1990). En el análisis de su contextualización encontramos como variable relevante el ser objetos de violencia y de una inconstante e inadecuada aplicación de ladisciplina tanto en casa, como en el ámbito escolar.
La falta de una distinción entre estas expresiones, conduce al adulto a caracterizar las interacciones con los niños que manifiestan conductas calificadas de “violentas” o “agresivas”, de manera tal que procuran a partir de su idea de lo que significaría un “buen comportamiento”, relaciones que establecen círculos viciosos en la supuesta“solución” al problema. Es decir, descontextualizan el comportamiento, establecen etiquetas y guiándose por prejuicios y desde un fondo emocional inadecuado de falta de respeto al niño y sus procesos, intentan “controlarlo” sometiéndolo a una relación de opresión, abuso, e incluso violencia parental o institucional (en la escuela por ejemplo).
En nuestra experiencia clínica, hemos observado que hay...
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