Agua
Ruidos extraños me despertaron aquella noche, de entresueños logré percibir algunas voces que provenían del exterior de mi cuarto.
_ ¡yupi!, ¡yupi! _
_ ¡yupi!, ¡yupi! _
Se escuchaban los gritos cadenciosos e infantiles de miles de vocecitas queriendo despertar el interés de cualquier noctámbulo.
Aproximadamente cerca de la media noche, oí muchas vocecitas gritar de alegría,vocecitas que los sentía muy lejanas, me acerqué lentamente a la puerta, como si quisiera descubrir a algún extraño que intentara invadir mi propiedad y hacer de mi sacrosanto sueño una pesadilla innecesaria. Cogí muy lentamente el palo de la tranquera de mi puerta, aquél que muchas veces había logrado intimidar a Cuto, mi fiel guardián, por las muchas travesuras que había realizado; pero, en esosmomentos no pensé en las barbaridades de mi mascota, ni en el porqué él no ladraba ante aquel sonidillo que yo escuchaba.
Me acerqué más para ver a través de una de las rendijas, pero mientras más me acercaba el bullicio perdía intensidad. Me quedé inmóvil por un momento, traté de encontrar algún fósforo, pero, las vocecitas intensificaban su son; la desesperación se apropió de mí por completo, miréhacia la ventana y una luz luminosa alumbraba mi habitación. Presioné con más fuerza la tranca y decidí enfrentar la situación.
Avancé cuidadosamente con dirección a la ventana, y aquellas vocecitas parecían armar alguna estratagema y sólo esperaban que yo apareciera.
_ ¡ya viene!, ¡ya viene! _
Parecían decir, confabulados con la oscuridad de la noche, y mis nervios que no colaboraban. Sinpensarlo me vi encaramado en el piso de mi habitación, cual soldado que busca la sorpresa en una de sus más grandes hazañas; en medio del cántico de miles de voces extrañas pude oír el mordisqueo de invitados nocturnos que incrementaban mi nerviosismo. El desnivel del piso provocaba en mí un reto más que superar. Sin perder mirada en la ventana que acrecentaba su celestial brillantez avanzabafirmemente.
Al fin llegué a mi objetivo, traté de ponerme de pié, pero pensé en el ardid que estaban preparando entonces busqué la forma de poder observar a través de la ventana. Cuidadosamente levanté mi cabeza y con la ayuda de mi mejor ojo, encajándolo con una de las esquinas inferiores de la ventana, pude presenciar el más expectante coro de miles de vocecitas gritar al unísono.
_ ¡yupi!, ¡yupi!_
Gritaban como niños que reciben sus regalos o asisten a una fiesta infantil; como niños que todo el año esperaron sus ansiadas vacaciones; como nietos que ven llegar a los abuelos después de mucho tiempo; como niños que saltan y gritan cuando ven caer la nieve; como niños que festejan el actuar de sus personajes preferidos. Eran las vocecitas más bulliciosas que había oído.
_¡No erasuficiente un solo ojo!_
Me puse de pie, limpié cuidadosamente el cristal humedecido tratando de no hacer el menor ruido y ahuyentar a los visitantes; la luz radiante aumentaba su intensidad y podía ver claramente una escena grandiosa. Aquella que sólo se ve en los escritos de la mitología griega, de dioses y personajes de ensueño.
Muy lentamente abrí la ventana y pude ver la brillantez de miles degotitas de agua que acompañaban, a un solo ritmo, la apacible y serena llovizna, que con el tenue brillo de la luna, caían unas tras otras y aún se podía oír algunas vocecitas que anunciaban la llegada de vigor y fortaleza a las miles de criaturas que habitaban la tierra.
Era una noche fantástica, el brillo de la calidez de la luna reflejaba en aquellas gotitas y hacían de aquel ambiente seco yeriazo un hábitat muy especial. Miré el árbol que alguna vez plantó mi abuelo recomendándome que cuidara de él porque su vitalidad terminaría junto con la mía; sentí la frescura de la noche, la luna parecía sonreír por la alegría y la vitalidad que presenciaba.
Embargado por la emoción, abrí la ventana en toda su magnitud y salté por ella y como un embrujado me acerqué al medio del patio a...
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