Aguilar Camin Hector Historias Conversadas

Páginas: 248 (61883 palabras) Publicado: 9 de abril de 2015



HECTOR AGUILAR CAMIN















HISTORIAS
CONVERSADAS












CAL Y ARENA

Primera edición: Cal y Arena, octubre, 1992.
Segunda edición: Cal y Arena, noviembre, 1992.

Diseño de la maqueta: José González Veites.
Ilustración: José Antonio Platas, 1992.
Fotografía: Jesús Rodríguez.


© Héctor Aguilar Camín.
© Aguilar, León y Cal Editores, S.A. de C.V.
Mazatlán 119, Col. Condesa.Delegación Cuauhtémoc. 06140 México, D.F.


SBN: 968-493-243-X

IMPRESO EN MÉXICO





Para Doña Emma y Dona Luisa,
que inventaron por su cuenta la conversación.









El secreto de la verdad es el siguiente:
no existen hechos, sólo existen historias.

Joao Ubaldo Ribeiro


























Índice



Prehistoria de Ramona 04
Pasado pendiente 09
Sin compañía 21
Meseta en llamas 32
Lanoche que mataron
a Pedro Pérez 45
Los motivos de Lobo 59
El camarada Vadillo 79
El regalo de Pedro Infante 97
Nota del autor 109












Prehistoria de Ramona



Life has no sense without nonsense
Emilio García Riera


-Todo lo que sucede es para bien —dijo doña Emma a los postres, consolando una desgracia menor de la familia. —Incluso en la peor cosa hay algo bueno. Recuerdo al médico Mirandade Chetumal que había perdido el oído derecho y entonces se acostaba a dormir sobre el lado izquierdo para que nada lo despertara en la noche. Decía: "Para algo habría de servirme el oído que perdí".
—Lo perdió de un tiro —dijo doña Luisa, murmurando con fijeza de anciana en un extremo de la mesa, a mi lado. —Y de otro tiro perdió la vida después.
— ¿Cómo estuvo eso? —pregunté sin pensar.
—Ah, esuna historia muy larga —rió doña Luisa, como volviendo a la vida desde muy lejos. —Nunca se dijo quién lo mató, aunque todo el mundo lo sabía. Lo mataron en la noche y atraparon a Judith Laguna, la enfermera, diciendo que ella lo había matado. Pero ella no fue.
— ¿Quién fue entonces?
—No importa ya. Pasó hace tanto tiempo —descartó doña Luisa.
—De acuerdo —accedí yo. —Pero ¿quién fue?
—No puedodecirlo —se cubrió doña Luisa. —Todavía no. Aunque haya pasado tanto tiempo. Pero no fue Judith quien mató al médico Miranda. El propio encargado de la zona militar dijo que la pistola que habían llevado no correspondía al arma asesina, que ella no había sido. Y en Chetumal creó indignación su captura. Judith Laguna era la mujer más noble y servicial del mundo. Venía a inyectar a tu abuelo Camín y aponerle sus compresas para la carcoma en los ojos, sus gotas. Ardían como salmuera esas gotas; tu abuelo pataleaba y suda­ba del dolor. Pues ahí se estaba Judith, quitándole el sudor de la frente y cantándole. Era oaxaqueña, cantaba canciones mixtecas que fascinaban a tu abuelo. Y como tu abuelo fue lo más español que haya parido España, yo pensaba, malicio­samente, porque sólo se piensamaliciosamente: "Este es el mismo canto que debió encantar a Hernán Cortés". Porque Cortés era señor de tierras en Oaxaca. Bueno, pues Judith curaba a tu abuelo y le cantaba. Quién sabe cuál sería más cu­ra, si las gotas o los cantos. Cuando la metieron presa, fue un escándalo en el pueblo, porque Miranda era un médico muy querido y nadie creía que Judith lo hubiera matado. Pero nadie tampoco quiso ir averla cuando estuvo presa. Nosotras sí. Supimos que la pasaba mal porque no tenía ni un jergón donde dormir, ni una cobija con qué taparse. Allá fuimos tu mamá y yo con una canasta de fruta y comida, y unas ropas, y nos presentamos en la cárcel, con nuestros sombreros de jipijapa contra el sol, a ver a Judith Laguna. Hubo gran revue­lo en la comisaría, al grado que se apareció por ahí tu tíoErnesto, que entonces era subdirector de policía, diciendo: "Esta cárcel no recibirá nunca visitas más ilustres que uste­des, así que vamos a tomarnos unas fotos". Y paf paf, nos to­mamos unas fotos con tu tío Ernesto, otras con los sardos de la entrada y otras con Judith Laguna, en la celda de porque­ría donde la tenían encerrada. Entonces dice tu tío Ernesto: "Ustedes no pueden estar ahí en esta...
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