Agustín Confesiones

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ACUSTÍN

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DE SAN ACUSTÍN

no me juzgo a mí- mismo con el juicio más exacto,
cabal y perfecto;
bajo cuyo concepto, se ha de
entender lo que les voy a decir.

CAPíTULO V
Que el hombre no se cQl¡,~ce a
cabal y perfectamente.

SL

mismo

7. Vos solamente,
Señor, sois el que puede
hacer juicio cabal de lo que soy; puesaunque es
cierto que ninguno de los hombres puede llegar a ~:rd:---"'-';:¡'saber lo que pasa en lo interior de otro hombre,
sino el mismo espíritu que está en cada uno de
ellos, hay no ob~tante algunas cosas en el hom- .•.
bre, que aun el mismo espíritu que le anima no
las sabe cabal y perfectamente. Sólo yos, Señor,
que le habéis creado, conocéis' todas sus cosas con
ese cabal y perfectísimoconocimiento. 'Pero yo,aunque respecto de vuestra perspicacia me respete
a mí mismo, 'y conozca que soy tierra y ceniza,
algunas sé y puedo afirmar de Vos, que no las sé
ni puedo afirmar de mi.
Es muy cierto que ahora no os vemos sino con- ';~~-;•.~
[usomenie como por un espejo y en enigmas, no :,~,~ ,
habiendo
llegado todavía
a veros cara a cara.' ~~.'t:~
,

!

DE SAN

acercarme a Vos, y ... cuanto meestorbe el peso de mi'- -.
corrupción. Pero los traductores no han explicado bien el,:;.
quis jam sim, et quis adhuc sim del texto.

Por eso mientras dura mi peregrinación en la tierra, me veo más de cerca a mí mismo que no a
Vos; y no obstante eso sé ciertamente de Vos,
que de ningún modo podéis padecer violencia ni
daño alguno; cuando de mí mismo ignoro entenamente a qué tentaciones sabréresistir, i ._j;uáles
. no sabré. Tengo esperanza de salir con victoria,
'-""'fundándola en que V os sois fiel en vuestras prC!mesas, y no permitís que seamos tentados más
de lo qlle nuestras fuerzas pueden resistir; antes
bien hacéis que saquemos provecho de la tentación, para que al fin salgamos victoriosos. Con-'
) fesaré,- pues, lo que sé de mí, y confesaré ta~
qué es lo que de mí no s~ Porque todolo que sé
~ mí, lo sé mediante la luz que Vos me habéis
comunicado para que lo sepa; y lo que no sé de
mí, estaré' sin saberlo, hasta que estas tinieblas de
mi ignorancia se conviertan en luz tan clara como
la del mediodía con el resplandor de vuestra di-

.

.

vina presencia.

CAPíTULO VI
Qué cosa es la que se ama cuando se ama a Dios;
y cómo por las criaturas se llega a conocer
al Creador.
8.Yo, Señor, sé con certeza que os amo, y no
tengo duda en ello. Heristeis mi corazón con vuestra palabra, y luego al punt? os amé. Además

de

I

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DE SAN

esto, también el cielo, la tierra y todas las criaturas que en ellos se contienen, por todas partes me /
están diciendo que os ame; y no cesan' de decÍrselo
a todos los hombres, de modo que no' puedan tener
excusa si lo omiten.Pero el más alto y seguro principio de ese amor
es que Vos usáis con ellos vuestra misericordia,
haciendo que os amen aquellos con quienes habéis
determinado ser misericodioso. Concedéis por vuestra piedad que os tengan amor, los que por misericordia vuestra teníais escogidos para que os
amaran; sin 10 cual serían tan inútiles las voces cap
que el cielo y la tierra se explican incesantemente
envuestras alabanzas, como si las dijeran a los
sordos.
!.!
Pero ¿ qué es 10 que yo amo cuando os amo?
No es hermosura corpórea, m on a ransItoria,
ni luz material agradable a estos oj os; no suaves ~
melodías de cualesquiera canciones; no, la gustosa
fragancia de las flores, ungüentos o aroma~; no la
dulzura del maná, o la miel, ni finalmente deleite
alguno que pertenezca al tacto o a otros sentidosdel cuerpo.
.--

cot

AGUSTÍN

ada de eso es lo que amo cuando amo a mi
Dios; y no obstante eso, amo una cierta luz, una
'cierta armonía" una cierta fragancia,
un cierto
man j ar y un cierto deleite cuando amo a mi Dios,
que es luz, melodía, fragancia, alimento' y deleite
de mi alma. Resplandece entonces 'en mi alma una
luz que no ocupa lugar; ~e percibe un sonido que

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