AHORA Y EN LA HORA DE TU MUERTE

AHORA Y EN LA HORA DE TU MUERTE
Por Carlos Luna Garay

Cuando me enteré de tu muerte una de las primeras cosas que decidí fue ver tu cuerpo. Me enteré del suceso por la mañana, y aún a las sietede la noche yo continuaba sin darle crédito. Ver tu cuerpo inerte sería quizás la única manera de creerlo.

Recuerdo la primera vez que te vi, con la misma claridad con que recuerdo hoy nuestroúltimo encuentro, tan sólo dos días antes que murieras. Las circunstancias no son solamente confusas y trágicas, también resultan completamente increíbles. El Dem del que todos hablaban durante tu velorio,a quien mencionan los diarios con el nombre mal deletreado, es alguien ajeno al que conocí por primera vez en el aula de clases de cuarto año de secundaria en el Colegio Salesiano de Masaya en el2001. El Dem que me ofreció su amistad desde el primer día que se sentó en el pupitre al lado mío es a quien extraño y de quien me despedí un sinnúmero de ocasiones luego que nuestras vidas cambiarandespués de bachillerarnos.

Nada me haría presagiar que la mañana del sábado dieciséis de agosto del 2014, cuando te encontré en el parque Central de Masaya y nos tomamos una taza de café en laglorieta de las “Palomas Muertas”, sería nuestra despedida definitiva, nuestra última plática. Y como si el destino no quería dejarnos con esa experiencia nada más, nos hizo encontrarnos de nuevo en CalleCalzada de Granada al día siguiente, solamente nos dimos el último apretón de manos y seguimos cada quien por su camino en dirección contraria; yo con mis amigos y vos con tu novia, hoy la únicatestigo de lo que pasó la madrugada que te arrebataron el último suspiro.

Hoy pienso en esos dos ulteriores encuentros como un regalo del destino: nuestra plática, algunos consejos, tu alegría por haberconseguido un nuevo empleo, tu sonrisa que parecía siempre nueva y espontánea. Te gustaba burlarte de vos mismo y de tu vida desordenada, y sobre todo, te gustaba recordar nuestra adolescencia con...