Al otro lado de la tarde

Sí, tiene que haber habido una primera vez, aunque yo no la recuerdo, como no me acuerdo de las otras veces, también primeras, justo después de esa en la que nos encontramos completamente despreparados para ese encuentro. Y digo preparados porque sé que no me esperabas, al igual que yo no te esperaba. Ciertamente hubo, porque tengo un vano recuerdo - y todos los recuerdos son vanos ahora - huboun tiempo en que no nos conocíamos, y ese tiempo en que pasábamos desconocidos e insospechado el uno por el otro, ese tiempo sin ti lo recuerdo. Después, de aquella primera vez y poco después las demás otras y más otras, todo nos lleva sólo para ese momento.

A veces me sorprendo y me pregunto cómo pudimos implicarnos tan a fondo y hasta tal punto en aquello que nos estaba pasando, sin el menorintento de resistencia. No porque aquello era horrible, o porque nos marcase profundamente o nos dilacerase - y tal vez haya sido terrible, sí, es probable, tal vez nos haya marcado profundamente o nos haya dilacerado - la verdad es que aún hesito en darle un nombre a aquello que quedó, después de todo. Porque algo quedó. Y fue esa cosa que me llevó hace poco tiempo hasta la ventana donde me dicuenta que estaba lloviendo y, difusamente, a través de las gotas de lluvia, yo estaba viendo una noria. Absurdamente. Una noria. Por qué ya no se vive en lugares donde hay norias. Porque también las norias tal vez ya ni existan. Pero fueron esas dos cosas - la lluvia y la noria -, fueron esas dos cosas que de pronto hicieron que algún mecanismo se desarticulase dentro de mi para que yo noconsiguiese superar aquél momento.

De repente, no podía seguir adelante. Y necesitaba: siempre se necesita ir más allá de cualquier palabra o de cualquier gesto. Pero repentinamente no había después: yo estaba de pie en el borde de la ventana mientras los recuerdos oscuros comenzaron a desarrollarse. Es de esos recuerdos que yo quería hablarte. Traté de organizarlos, imaginándome que construyendocierto orden conseguiría, de alguna manera, mitigar lo que pasó, y que yo no sabía que se terminaría con amargura - intenté organizarlos para evitar la amargura, por así decirlo. Así que traté de dar un orden cronológico a los hechos: en primer lugar, cuándo y cómo nos conocimos - luego, la forma en la que ese conocimiento se desarrolló hasta llegar en el punto que yo quería, y que fue el fin, aunquea día de hoy me pregunto si en realidad fue un final. Pero no lo conseguí. No fue posible organizar aquellos hechos, así como no fue posible evitar por mucho tiempo una ola que crecía, bloqueando todos los gestos y todos los pensamientos.

Durante todo el tiempo en que pensé, sabía apenas que venias todas las tardes, antes. Era tan natural que vinieras que yo ya ni siquiera esperaba o construíapequeñas sorpresas para recibirte. No construía nada - lo sabía todo el tiempo -, así como también sabía que tu vendrías completamente en blanco para cualquier palabra que fuera pronunciada o cualquier acto que fuese hecho. Y muchas veces, nada era dicho o hecho, y nosotros no nos frustrábamos porque no esperábamos, en realidad, nada. Yo eso lo sabía todo el tiempo.

Y siempre era por la tardecuando nos encontrábamos. Hasta aquella vez que fuimos al parque de atracciones, y también eso lo recuerdo difusamente. El pensamiento sólo empieza a tornarse claro cuando nos subimos a la noria: desde de nuestra infancia no pisábamos la noria. Tanto tiempo, supongo, que llegamos a comprar palomitas o algo así. Éramos sólo tu y yo en la noria. Tenías miedo: cuando llegábamos arriba, tenías unmiedo gracioso y súbitamente me agarrabas el brazo como si yo no estuviera tan indefenso como tu. Hablábamos poco, o no hablábamos nada - al menos antes de eso ninguna frase mía o tuya se quedó: bastaban cosas así como tu miedo o mi miedo, o mi brazo o tu brazo. Cosas así.

Fue entonces que, arriba, cuando la noria se detuvo. Había un montón de luces que de repente se apagaron - y la noria se...