Al Principio Fue La Historia
1. AL PRINCIPIO FUE LA HISTORIA
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La historia de la humanidad, de la que la historia de la Iglesia forma parte, es un
proceso indefinido e irreversible que obliga al hombre a estar continuamente
definiendo su relación con la realidad inmanente y trascendente y, al mismo tiempo,
abandonando esa definición para dar paso a la siguiente. Por tanto, la historia no es
simplementealgo que ha sucedido, sino algo que ha comenzado y camina hacia su fin.
Cualquier acontecimiento está siempre en proceso de cumplimiento, porque siempre
puede llegar a integrarse en un contexto de mayor plenitud.
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Los hombres de cada época, a pesar de su común identidad permanente, son siempre
distintos de los de otra época anterior o posterior; por lo cual los hombres de unadeterminada época no pueden extraer de una época anterior una fórmula mágica que
les solucione los problemas de su propia situación, a pesar de la definición
ciceroniana: la historia es maestra de la vida. Pero, por otra parte, esta definición
ciceroniana de la historia encierra una gran verdad, si se considera, no en el sentido de
que haga a los hombres prudentes para un caso posterior concreto, sinosabios de una
vez por todas.
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La historia es acontecimiento, es proceso de hechos que acaecen en un mundo
dominado por el hombre; pero la historia es también narración, explicación de
cómo ha llegado a ser posible este mundo en que viven los hombres que han
entrado ya en el tercer milenio después de Cristo. Un tiempo determinado y
los hombres que lo conforman son siempre distintos; elmodo de ser, de
pensar, de trabajar, de vivir de los hombres de hoy es el resultado de un largo
proceso de maduración. El carácter histórico es el que les da su variedad a las
distintas épocas cristianas.
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2. ESTRUCTURA «SACRAMENTAL» DE LA HISTORIA
Los hechos históricos en cada época de la trayectoria de la humanidad por este
mundo, adquieren la categoría de signos de lostiempos porque, más allá de su
singularidad, manifiestan unas tendencias universales (GS 9) y unos interrogantes que
cuestionan al mismo hombre que los ha producido (GS 10); en realidad todo hecho
histórico manifiesta de alguna manera las «angustias y esperanzas» (GS 1) de los
hombres de una época. La historia no es solamente un mero acontecer humano, sino
también acción salvífica de Dios; en ellala acción humana y la acción divina se
entrecruzan; no existe una dicotomía entre historia profana e historia salvífica porque,
al ser la historia profana expresión de un ser religado a Dios, se torna historia
salvífica, porque la gracia de Dios entrevera la singularidad de cada acontecimiento
humano, como ya decía San Pablo a los atenienses, Dios «no se encuentra lejos de
cada uno denosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos». Y, por
consiguiente, todo lo que el hombre hace, lleva de alguna manera la impronta de Dios
«porque somos también de su linaje» (Hch 17,28). Dios, como dice San Pablo, se
manifestó antiguamente de muchos modos y maneras a través del tiempo y del
espacio hasta que, «cuando llegó la plenitud de los tiempos», se manifestó
definitivamente en «suHijo nacido de una mujer» (Gal 4,4). La «plenitud de los
tiempos» de que habla San Pablo consiste en que el tiempo se ha cumplido por el
hecho mismo de que Dios, en el misterio de la encarnación, se ha introducido en la
historia; el que es eterno se ha metido en el tiempo (TMA 9).
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El Hijo de Dios encarnado se ha convertido en el centro teándrico, en el punto
luminoso bifronte que le davalor de historia salvífica a la historia que le ha precedido
y que miraba hacia él en esperanza; y también a la historia que arranca de él y
continuará hasta su segunda venida al final de los tiempos. Cristo es el centro de la
historia de la salvación, porque «Jesucristo es el mismo ayer, hoy y para
siempre» (Heb 13,8). Solamente en Cristo la humanidad ha tenido salvación antes de
él y la...
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