Al Subir El Aguaje
JORGE CARRERA ANDRADE
Yo vengo de la tierra donde la chirimoya,
talega de brocado, con su envoltura impide
que gotee el dulzor de su nieve redonda,
y donde el aguacate de verde piel pulida
en su clausura oval, en secreto elabora
su sustancia de flores, de venas y de climas.
Tierra que nutre pájaros aprendices de idiomas,
plantas que dan, cocidas, la muerte o el amoro la magia del sueño o la fuerza dichosa,
animalitos tiernos de alimento y pereza,
insectillos de carne vegetal y de música
o de luz mineral o pétalos que vuelan,
capulí -la cereza del indio interandino-
codorniz, armadillo cazador, dura penca
al fuego condenada o a ser red o vestido,
eucalipto de ramas como sartas de peces
¾soldado de salud con su armadura de hojas,
que despliegaen el aire su batallar celeste¾
son los mansos aliados del hombre de la tierra
de donde vengo, libre, con mi lección de vientos
y mi carga de pájaros de universales lenguas.
ELEGÍA DE LA RAZA
MIGUEL ÁNGEL LEÓN
Era recio, el más recio de todos los vaqueros
bajo estesauce como
bajo una jaula de jilgueros
habíamos plantado nuestra choza.
La vida me pasaba haciendo risas en su boca
como se pasa el río haciendo rosas en la campiña.
Yo le daba mis brazos para que con ellos se ciña
como se ceñía la beta cuando se iba a luchar con los toros.
Venía con la tarde y con los ruidos sonoros
de su brava espuela.
La choza bien abierta, abierta como un díasonreírle parecía
con sus menudos dientes claros de candela.
Yo solo yo solo y mi perro
cerca del fogón preparando la hogaza
siempre me traía del cerro
plumas de Cóndor y pieles de chacal,
adornos propios para mi raza.
Era de verle vestido; su vestido de cabra
tenía espinas y rosas como tiene el rosal
y era un lazo de amor blandiendo su palabra.
Era recio, el más recio de todos losvaqueros,
era de verle domando los potros más fieros.
La arcilla de su cuerpo estaba fundida en las candentes
fraguas de los volcanes;
de tanto darse contra los torrentes
se había endurecido
su carne bruñida:
le abrían paso hasta les huracanes
y no le importaba dejar la vida
como una cinta de sangre
en la punta de una lanza.
Apto para la guerra;
apto para la labranza
hacía de unpuñado de tierra
un océano de maíz;
agarrado a su chacra como una raíz;
afilaba el machete de la venganza
en la piedra negra de su orgullo;
su palabra de odio era como un capullo
escarlata en la boca.
Esbelta su figura, bronceada la piel;
así era él,
indio de la raza pura
hijo legítimo del sol.
Un día, lo recuerdo, un día
el amo hizo chasquear la rienda en el granito
de susespaldas. Se oyó un grito,
un grito de coraje; un grito fiero
que parecía
vibrar entre sus dientes como una hoja de acero.
Ese grito, era el grito de aquel hombre mío,
que al sentir el rayo de la rienda en la cara
lanzóse contra el amo
con los ojos cerrados,
como se lanzan los toros
a embestir en el páramo.
El amo volvióse del color que tienen
los pétales de las retamas.
Dio unpaso, un trágico paso,
trémulo hacia atrás de repente,
sacudiendo su melena de llamas,
del cinturón de cuero
salta la fiera de una pistola...
El balazo
al sembrarse en la cara del recio vaquero
hizo brotar una amapola
de sangre.
Era la última víctima de la guerra
de la conquista;
sus labios besaban la tierra
y era como dos lucecillas
moribunda su vista;
sus ajos que tenían elcolor de las uvillas
se habían enverdecido
y como los tigres moría
mordiendo un bramido ...
Como me pasé toda la noche hasta la madrugada
con el oído
puesto en su pecho oyendo su vida.
Después... todo fue nada
murió el más recio de los vaqueros de las vaquerías
el que tenía
las espaldas anchas como los troncos de pino.
Después... todo fue nada,
el amo ese día como todos los...
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