Al sur de la frontera
Al sur de la frontera la vimos cuatro personas. No es una irreverencia, tampoco una exageración, éramos cuatro los que estábamos ayer en la funciónde las 6:20 p.m. en el Recreo, y yo estaba allí por interés profesional, así que público, lo que se dice público, eran tres personas. Esto a pesar de la descarada campaña promocional, hecha con dineros públicos, que tapizó buena parte de Caracas con pendones de la película. Ni Water Brothers al traer a Nelly Furtado ni Evenpro con Metallica se gastaron tanta plata en publicidad. Sólo en SabanaGrande conté, sin paja alguna, como cien colgantes en los postes. Sumémosle las cuñas que obligatoriamente deben transmitir los canales de televisión, cuñas éstas surgidas a raíz de la implantación de la ley resorte y que se suponían que eran destinadas a campañas benéficas y educativas, pero que ahora fueron convertidas en mero instrumento propagandístico del gobierno.
Aun así el resultado ha sidonulo, en todas las salas donde se proyecta el documental de Oliver Stone se registra lo mismo, butacas vacías.
Comienza la película, con un segmento de… Adivinaron: Fox News, maniqueo y exagerado que servirá como excusa para el discurso posterior. Una ignorante periodista estadounidense confunde la hoja de coca con el cacao. Avanzado el metraje ocurrirá lo mismo con otro estadounidnese imbécilque comparará al presidente venezolano con Hitler.
Lo que sigue es la comiquita repetida cientos de veces en VTV, una caricatura con pretensiones de análisis profundo sobre la democracia venezolana. Stone se limita a repetir el evangelio según Chávez: Venezuela nunca tuvo una democracia real, Chávez llegó y “redujo a la mitad” la pobreza en el país, los opositores a Chávez son los reductos de lademocracia falsa que había antes de la revolución, los enemigos de Chávez son ricos violentos apoyados por Washington que dieron un golpe de Estado que fue derrotado por el pueblo en las calles… Nada nuevo para nosotros, pero recordemos que esta película no es para el consumo interno, así como tampoco es para el consumo estadounidense. En realidad es una cinta hecha a la medida de la izquierdacaviar europea, siempre presta a justificar con su condescendencia y solapado racismo a cualquier caudillo tercermundista que se autoproclame como antiestadounidense.
Luego Stone sigue a Chávez cual fan enamorado, y Hugo, experto en eso de hacer shows populistas ante la cámara, se luce como hombre humilde, sensible, comprometido y atrapado por la historia. Nada muy distinto de lo ya mostrado en Lossueños vienen con la lluvia (2006), aquella cursilería del mal gusto dirigida por Pablo de la Barra. De Venezuela nos vamos con Stone en un viaje de “descubrimiento” de América Latina. Una serie de soporíferas entrevistas unipersonales, que Stone maneja con poco interés y sin que éstas aporten algo relevante o contundente. Sólo el momento con Cristina es relevante: a la presidenta argentina no se...
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