Albert Eienstein

EL MILAGRO ROSA |
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Rafael despertó creyendo que, en ese instante, se había quedado dormido. Como en otras ocasiones, le entusiasmó la idea de ser consciente de que estaba soñando y sintiócomo si fuese un personaje de ficción de carne y hueso. Oyó el leve tic tac del reloj de mesa. Parecía haber abierto los ojos en un sábado de festejos. Antes de preparar el café, fue al quiosco paracomprar el periódico. Todas las noticias hablaban de un mundo en el que él no deseaba vivir. Supe que estaba despierto.Lo motivo la idea del sufrimiento de las personas y acordó realizar un formula que loresolviera todo.Una pastilla que pudiera evitar los dolores e inclusive las grandes enfermedades.-pero como podría si no poseo esos recursos económicos, solo vivo de mi madre y el saldo mínimo queobtengo como celador.-pensé más a fondo de cómo inventar la formula y me arriesgue a probar raras combinaciones de ácidos con el juego químico de mi hermana de 12 años.Este fin de semana me recorrí todala ciudad en busca de una rara compañía que me ayudara, no me podría dar por vencido porque esta era la ocasión de que saldría de una vida miserable.He aquí lo que necesitaba, al frente de mi seencontraba una especie de microempresa dentro de una casa al estilo colonial español con puertas grandes y altas, gruesas paredes hechas de barro y el techo con muchas teja, el lugar probablemente seencontraba vacío casi siempre, donde su anuncio publicitario es: hacemos todo.El dueño de este extraordinario pedazo de espacio la cual a nadie le interesaba se llamaba Leonard Dangel un inglés queprovenía de Manchester de un estrato muy alto sin embargo es un extravagante que no sabe combinar la ropa y si fuera poco el que se intereso en este desaseado lugar.El nunca se encontraba aquí, el lugar eraatendido por una secretaria llamada verónica con un mal genio interesada por la moda de los años 80, pero se caracterizaba por su ignorancia.No solo los anteriores hacían parte de la empresa...