Album De Escritores
ALBUM DE ESCRITORES
MS. CARBAJAL
ESPAÑOL
Alex Francisco Marcia Amaya
11TH ¨B¨ ADMON
MARZO 23, 2015
Ramón Amaya Amador
Ramón Amaya nació en la ciudad de Olanchito, en el departamento de Yoro. Educado en la ciudad de La Ceiba comenzó su obra y aprendizaje trabajando en unas plantaciones bananeras ubicadas en las cercaníasdel mar Caribe, en la costa de Honduras.
En 1941 comenzó una etapa como periodista, empleándose en el periódico El Atlántico de La Ceiba. Comenzó como redactor, escalando rápidamente hasta llegar a ser editor periodístico. En octubre de 1943 Ramón Amaya fundó una revista semanaria en la ciudad de Olanchito, llamada Alerta.
Falleció durante un accidente de aviación durante el vuelo TABSO LZ101ocurrido el 24 de noviembre de 1966, acaecido en las cercanías de la ciudad de Bratislava, Eslovaquia.1
En septiembre de 1977 los restos de Ramón Amaya Amador finalmente fueron repatriados y regresaron a la ciudad de Tegucigalpa, M.D.C. su viuda Regina Arminda Fúnez, fallecería en la república de Argentina en 2007.
Algunas de sus obras:
Prisión Verde (1945)
Amanecer (1947)
El indio Sánchez (1948)Bajo el signo de la Paz (1953)
Constructures (1957)
El señor de la sierra (1957)
Los brujos de Ilamatepeque (1958)
Memorias de un canalla (1958)
Biografía de un machete (1959)
Destacamento rojo (1960)
El camino de mayo (1963)
Cipotes (1963)
Con la misma herradura (1963)
Jacinta Peralta (1964)
Operación gorila (1965)
Morazaneida (1966) Hasta ahora solo un volumen de cinco editado
Lamolienda (1944)
Los rebeldes de la villa de San Miguel 1964-1966
Los Brujos De Ilamatepeque
Se han detenido en la colina dos hombres descalzos, medianos de estatura, robustos, de legítima estirpe indígena. Sus sombreros empalmados, de ilama, están sucios, como sus pantalones y camisas de manta dril. Cada uno lleva su maleta cargada con mecapal y su cuchillo envainado, pendiente del cinturón de cuero.Ambos se handetenido para contemplar con regocijo el poblado de Ilamatepeque, tendido a sus pies en la planicie, junto al río Ulúa, en el departamento de Santa Bárbara. Una sonrisa grata ilumina sus rostros cobrizos y. tostados de soles y vientos. Les embarga la emoción del retorno a su pueblo, después de tantos años de ausencia. Y, no obstante el tiempo, parece que nada ha cambiado. Ahí está la iglesia, aúnsin repellar, con sus altas torres y su silencio; quizás es la misma cruz del perdón, frente a la plaza quieta, donde los burros sestean bajo los jiquilites. Allá, el Cabildo Municipal, o sea la Sala Consistorial, con su misma puerta ancha y su corredor de pilastras blancas, donde el Alcalde solía reunir al pueblo para las grandes determinaciones comunales. La casa blanca, encalada, de GervasioLázaro, el buen don Gervasio, que les arrendaba tierras para sus maizales y frijolares. También se ve la casa de don Antonio Tróchez, con su cerco de piedra y sus árboles frutales, donde siempre vigilaban unos perros terribles. Don Antonio era el padrino de casi todos los jóvenes del lugar. Se contemplaban, asimismo, el Barrio Arriba y el Barrio Abajo. Además, las barracas antiguas, en cuyos patiosrojizos, las mujeres tejían obras de palma o elaboraban el mezcal del henequén para los señores de Santa Bárbara.
Los dos hombres se beben todo el panorama bucólico del pueblo con sed de cariño y de recuerdos. Ahí pasaron su niñez y su adolescencia; ahí aprendieron a trabajar y a endurecer la vida en las labores campesinas, junto a los ilamatepeques, sus hermanos de sangre y religión.
– ¡Al fin,mano Teo! ¡Hacía un tiempal que no mirábamos nuestro pueblo! ¡Está igualito!
– Ni más ni menos. Mire: hasta el mismo palo ensebado para los cipotes, en las fiestas de San Cristóbal.
– Pero muchas gentes deben haber «pelado el ojo».
– Eso sí, manito, aunque aquí, a lo mejor, ni «la pelona» pasa.
Ríen con más anchura y, a pasos largos, bajan la colina por el sendero pedregoso.
Froylán Turcios...
Regístrate para leer el documento completo.