ALCANCE Y LIMITES DEL POSITIVISMO

ALCANCE Y LÍMITES DEL POSITIVISMO EN EDUCACIÓN

Gracias a todos y todas por estar aquí hoy a las diez y cinco, que para vivir donde vivimos puede considerarse puntualidad casi extrema. Con todo, los que me conocéis sabéis que, en todo caso, en lo que puede hacer referencia a cualquier inicio, soy un poco más insistente en un tema de ‘contenido’ que en el estrictamente anecdótico de la hora.Casi siempre, de hecho, comienzo mis intervenciones con un esquema antropológico. Considero que en el fondo es una especie de deuda perenne que uno contrajo hace ya años con un gran maestro, lamentablemente fallecido muy joven, y cuyo nombre quizás recordaréis también algunos de vosotros a pesar de que no fuera profesor vuestro, tal era su fama y su prestigio, conseguidos ‘sin querer’ desde unahumildad, una integridad y una sapiencia verdaderamente socráticas. Hablo, claro está, del doctor José Manzana.
El punto de partida de esta conferencia va a ser necesariamente algo aprendido de él: el análisis, la reflexión sobre el ser humano y sus características constitutivas. Se trata, en cualquier caso, de un justo y fundamental punto de partida si tenemos en cuenta que otro prestigiosoprofesor, Enmanuel Kant, ya nos había enseñado a reducir todos los asuntos y cuestiones importantes del conocimiento -qué puedo saber, qué puedo hacer, qué me es permitido esperar- a la pregunta decisiva: ¿qué es el hombre?. Y en definitiva, en esta tesitura -que quiere decir disposición de ánimo-, en este contexto de búsqueda, nos encontramos todavía.
Voy a recurrir brevemente para llevar a cabo eseanálisis a la antropología filosófica de corte biologicista, encarnada en una serie de autores prestigiosos como Gehlen, Plessner o Portmann, y que, insisto, trajo hasta nuestro universo cultural de estudiantes ávidos José Manzana. Los antropólogos se han cuestionado cuáles son las diferencias básicas que cabría establecer entre el hombre y el animal, y también, un poco, en virtud de qué nosotrospodemos representar, si acaso, una sustantividad en ese reino de lo animal. A lo mejor, por supuesto, en el mal sentido, en virtud de qué podemos ser -como tantas veces demostramos- los más terribles animales de todos los animales que existen. Los autores aludidos determinaron, haciendo un análisis alejado de la antropología metafísica (la famosa cuestión de anima), no tradicional por tanto, que elser humano se diferencia de otros seres terrestres porque posee tres determinaciones características, que, según se mire, pueden ser contempladas, en la comparación, como tres ‘deficiencias’. Primero, posee una indefensión biológica dada en origen. Se ha postulado -con bastante razón- que el ser humano es al nacer el animal más indefenso que existe, por lo que no le queda más remedio que desarrollaruna serie de potencialidades culturales. Marx lo entendió muy bien y así lo expresó en una bella y sustantiva frase cuando escribió que el ser humano está siempre obligado a transformar la Naturaleza para transformar su propia naturaleza deficiente. Entonces, el primer signo de la animalidad humana es quizás esta capacidad de transformación técnica, compensando de semejante modo sus muchaslagunas biológicas. Y es gracias a ese proceso de ‘re-generación’ como se constituye en nosotros un segundo cuerpo.
No estoy diciendo ningún disparate. Si lo pensamos bien, nos damos cuenta enseguida de que somos portadores de dos cuerpos. Un primer cuerpo que es debilucho, enclenque, que es bastante lampiño y falto de verdadero pelo protector, un cuerpo que perecería enseguida, por ejemplo, con unascondiciones climáticas mínimamente adversas. Luego, entonces, no nos queda más remedio que fabricarnos, casi literalmente, otro cuerpo, inorgánico, hasta el punto que podemos afirmar sin temor a parecer poco ‘ecologistas’ que la camisa, la chaqueta, la casa o la estufa forman ya parte sustantiva de nuestra corporeidad. Sin ellos, sin esos cachivaches y artefactos, nos jugamos verdaderamente la...