Alejandra

15 de febrero de 2011
Alejandra Rodríguez Barreda
Una vez, sentados en las escaleras.
A veces, las cosas suceden tan rápido que dudas de la realidad. A veces, estás cerrando la puerta en elpasillo de un edificio donde todos caminan sin mirarse, con prisa mientras gritan. A veces, saludas a un compañero que has visto antes pero de quien sólo sabes su nombre, Darío. Esta vez, caminas con Daríohacia una ventana donde se recargan para platicar.
El aire del invierno rodea a Darío y a ti; en ambos se rompe el hielo de los desconocidos que se miran sin sonreír, comienzan a hablar. Laconversación los lleva a los lugares comunes de quienes se hablan más allá de las frases cordiales, por primera vez.
Con mucha atención, escuchas a Darío, ambos comen chocolates de colores y puedesdescubrir que en la combinación de olores en el ambiente, los ruidos de la gente que pasa y pese a todos los elementos de los que eres receptora, en verdad estás escuchando sobre un joven que va en tu clasede redacción y te comparte sin más pretensiones sobre sus placeres: la literatura, la música y el cine, como grandes temas generales que comparten y disfrutan, cada quien a su estilo pero que lespermite seguir hablando sobre lo que han leído , en vacaciones, en lo que están leyendo en estas semanas.
Darío, vive con sus tías, tú vives con tu tía, entiendes cuando te dice que a veces, extraña asus papás que están en California con un hermano mayor que tiene un restaurante, a donde él también ha estado y ha trabajado. Tiene otro hermano mayor quien también vive en Estados Unidos. Darío te diceque a veces, siente que la diferencia tan abismal de edad entre sus hermanos y él, puede decir que él es un error; pero tú le dices que no lo crees porque para arreglar los errores hay muchas manerasy si sigue en este mundo y ahora están sentados en las escaleras es porque ni tú ni él son errores de nadie.
Entre los ríos de la mente que se vuelven palabras, te encuentras con Darío en la...