alex el rey

Páginas: 17 (4162 palabras) Publicado: 10 de agosto de 2014
Capítulo II: Los pros y las contras.
En la época en que se produjeron estos acontecimientos me hallaba yo de regreso de una exploración científica em­prendidaen las malas tierras de Nebraska, en los Estados Unidos. En mi calidad de profesor suplente del Museo de Historia Natural de París, el gobierno francés me había de­legado a esa expedición. Tras haber pasado seis meses en Nebraska, llegué aNueva York, cargado de preciosas colec­ciones, hacia finales de marzo. Mi regreso a Francia estaba fijado para los primeros días de mayo. En espera del mo­mento de partir, me ocupaba en clasificar mis riquezas mi­neralógicas, botánicas y zoológicas. Fue entonces cuando se produjo el incidente del Scotia.
Estaba yo perfectamente al corriente de la cuestión que dominaba la actualidad. ¿Cómo podríano estarlo? Había leído y releído todos los diarios americanos y europeos, pero en vano. El misterio me intrigaba. En la imposibilidad de formarme una opinión, oscilaba de un extremo a otro. Que algo había, era indudable, y a los incrédulos se les invitaba a poner el dedo en la llaga del Scotia.
A mi llegada a Nueva York, el problema estaba más can­dente que nunca. La hipótesis del isloteflotante, del escollo inaprehensible, sostenida por algunas personas poco compe­tentes, había quedado abandonada ya. Porque, en efecto, ¿cómo hubiera podido un escollo desplazarse con tan prodi­giosa rapidez sin una máquina en su interior? Esa rapidez en sus desplazamientos es lo que hizo asimismo rechazar la exis­tencia de un casco flotante, del enorme resto de un naufragio.
Quedaban, pues, tan sólodos soluciones posibles al pro­blema, soluciones que congregaban a dos bandos bien dife­renciados: de una parte, los que creían en un monstruo de una fuerza colosal, y de otra, los que se pronunciaban por un barco «submarino» de una gran potencia motriz.
Ahora bien, esta última hipótesis, admisible después de todo, no pudo resistir a las investigaciones efectuadas en los dos mundos. Era pocoprobable que un simple particular tu­viera a su disposición un ingenio mecánico de esa naturale­za. ¿Dónde y cuándo hubiera podido construirlo, y cómo hubiera podido mantener en secreto su construcción?
Únicamente un gobierno podía poseer una máquina des­tructiva semejante. En estos desastrosos tiempos en los que el hombre se esfuerza por aumentar la potencia de las armas de guerra es posible que unEstado trate de construir en se­creto un arma semejante. Después de los fusiles «chasse­pot», los torpedos; después de los torpedos, los arietes sub­marinos; después de éstos .... la reacción. Al menos, así puede esperarse.
Pero hubo de abandonarse también la hipótesis de una máquina de guerra, ante las declaraciones de los gobiernos. Tratándose de una cuestión de interés público, puesto queafectaba a las comunicaciones transoceánicas, la sinceridad de los gobiernos no podía ser puesta en duda. Además, ¿cómo podía admitirse que la construcción de ese barco sub­marino hubiera escapado a los ojos del público? Guardar el secreto en una cuestión semejante es muy dificil para un par­ticular, y ciertamente imposible para un Estado cuyas accio­nes son obstinadamente vigiladas por las potenciasrivales.
Tras las investigaciones efectuadas en Inglaterra, en Fran­cia, en Rusia, en Prusia, en España, en Italia, en América e incluso en Turquía, hubo de rechazarse definitivamente la hipótesis de un monitor submarino.
Ello sacó nuevamente a flote al monstruo, pese a las in­cesantes burlas con que lo acribillaba la prensa, y, por ese camino, las imaginaciones calenturientas se dejaron inva­dirpor las más absurdas fantasmagorías de una fantástica ictiología.
A mi llegada a Nueva York, varias personas me habían hecho el honor de consultarme sobre el fenómeno en cues­tión. Había publicado yo en Francia una obra, en cuarto y en dos tomos, titulada Los misterios de los grandes fondos submarinos, que había hallado una excelente acogida en el mundo científico. Ese libro hacía de mí un...
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