Alfonso Colodrón Gómez

Páginas: 7 (1529 palabras) Publicado: 22 de octubre de 2015
Alfonso Colodrón Gómez-Roxas
2 de julio · Pozuelo, Spain · 
Comparto mi artículo de los meses julio y agosto, publicado en la revista Espacio Humano. ¡Buen provecho!
Meditar con los ojos abiertos
Aquí y ahora inter-somos
“Estamos juntos. Tenemos la oportunidad de vernos. Pero si no estamos totalmente presentes, todo será como un sueño”. Tich Nhat Hanh
La primera vez que oí hablar de meditaciónfue ascendiendo el Anapurna en los Himalayas de Nepal. Curiosamente no provenía de ningún monje budista ni del sherpa que me acompañaba. Un mochilero español que encontré casualmente en uno de los albergues del Valle del Lantang acababa de aterrizar, recién llegado de San Sebastián. Y “aterrizaba” también de un largo retiro de meditación Vipassana. 
En aquella época, noviembre de 1980, yo era másbien agnóstico y todo esto me sonaba a entretenimientos pequeñoburgueses de gente que se miraba el ombligo.
Sin embargo, me atrajo la calma, ecuanimidad y sentido de la discriminación que emanaba aquel joven viajero. Una semana después, otra joven andarina estadounidense, de ojos brillantes y silencios profundos, volvió a pronunciar aquella palabra rara “Vipassana”; hacía una semana que había hechoun retiro de meditación. Volvió a explicarme lo inexplicable: diez días de “meditar” desde las 4h de la madrugada a las 9h de la noche observando su respiración y sus sensaciones corporales. Yo seguía alucinando en colores, pero me quedé con la copla y, como todo trotamundos que se precie, apunté la dirección del lugar: Igat Puri, en el Estado de Maharashtra, Inida; el Maestro de los lugares,Goenka.
Personalmente iba a finalizar un viaje alrededor del mundo de cinco años con los tres meses de estancia que me concedía el visado en la India. El recorrido del tren que me conduciría a Bombay, para visitar a una tía misionera y médico, a quien no conocía, duraba tres días con sus correspondientes noches. Transcurridas 48 horas, medio dormido y con los huesos molidos, en unas de lasinnumerables paradas, el vagón volvió a ser invadido por los vendedores ambulantes de “chá”, el té indio con leche, azúcar y especias. De repente, mientras me bebo uno con los ojos somnolientos, veo por la ventanilla un gran cartel con el nombre de la estación: Igat Puri. Mi corazón da un vuelco. ¿Es una señal o una conspiración? Entre los miles de estaciones ferroviarias de la India, con sus más de 64.000kilómetros de vías tenía que pasar justo por allí, detenerse, y yo despertarme. A punto estuve de saltar del tren, mientras el corazón me latía a cien... para seguir una corazonada. Pero eran vísperas de Navidad, y las monjas me esperaban con el alojamiento preparado.
Al cabo de una semana, ya en el colegio de las hermanas y picado por la curiosidad, pregunto a mi tía si ha oído hablar de esemétodo de meditación y del tal Goenka. Con toda la naturalidad del mundo me responde: “Claro que sí, la mayoría de las compañeras de mi comunidad han practicado vipassana y también varios sacerdotes jesuitas que son nuestros capellanes y nos dan los “Ejercicios espirituales” una vez al año. Y yo, con los ojos como platos y si dar crédito a mis oídos. “Lo que está de Dios, está de Dios”, se decía en miinfancia. Así que, acostumbrado a experimentarlo todo, me lanzo a la piscina y le pido que pregunte si hay alguna posibilidad de apuntarme. Coincidencia o sincronía, a tres semanas de mi fecha de regreso a España, había justamente un retiro que empezaba en dos días y quedaban tres plazas. El inscribirme a ciegas, cambió mi vida.
Durante los cuatro primeros días, en medio de 300 personas, lamayoría nativas, sentadas en el suelo, toda mi atención estaba concentrada en el dolor de espalda, caderas, rodillas, cuello, hombros... Continuamente me quejaba al Maestro Goenka de que, como occidental, yo-yo-yo sufría más que ellos. Había niños, adolescentes, adultos, abuelos, familias enteras... Todo un espectáculo... si no fuera por los dolores, las tensiones, los bloqueos, las comidas de coco...
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