Alfonso El Sabio
Santo, reanudó la ofensiva contra los musulmanes, ocupando Jerez (1253) y Cádiz (c. 1262). En 1264 tuvo que hacer frente a una importante revuelta de los mudéjares de Murcia y el
valle del Guadalquivir. Como hijo de Beatriz de Suabia, aspiró al trono del Sacro Imperio Romano Germánico, proyecto al que dedicó más de la mitad de su reinado sin obtener éxito
alguno. Los últimos años de su reinado fueron especialmente sombríos, debido al conflicto sucesorio provocado por la muerte prematura de su primogénito, Fernando de la Cerda, y la
minoridad de sus hijos, lo que desembocó en la rebelión abierta del infante Sancho y gran parte de la nobleza y las ciudades del reino. Alfonso murió en Sevilla durante el transcurso de
esta revuelta, no sin antes haber desheredado a su hijo Sancho. Llevó a cabo una activa y beneficiosa política económica, reformando la moneda y la hacienda, concediendo
numerosas ferias y reconociendo al Honrado Consejo de la Mesta. También es reconocido por la obra literaria, científica, histórica y jurídica realizada por su escritorio real. Alfonso X
patrocinó, supervisó y a menudo participó con su propia escritura y en colaboración con un conjunto de intelectuales latinos, hebreos e islámicos conocido como Escuela de Traductores
de Toledo, en la composición de una ingente obra literaria que inicia en buena medida la prosa en castellano. En 1935, se le reconoce como astrónomo nombrándole en su honor el
cráter lunar
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