Alfred Beck
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LA COMUNICACIÓN
NO VERBAL
AGRADECIMIENTO
Para escribir este libro tuve la ayuda de una gran cantidad de personas. El profesor Erving
Goffman, por ejemplo, me inició en el camino de su publicación, durante una entrevista en la que me
proporcionó un panorama general sobre este tema. El profesor Ray L. Birdwhistell fue muy generoso con su tiempo y sus sugerencias como lo fueron también los doctores Adam Kendon, Albert Scheflen,
y Paul Ekman; las señoras Martha Davis e Irmgard Bartenieff, el profesor William Condon, y los
doctores Eliot Chapple y Paul Byers.
Además otras personas me ayudaron considerablemente; respondieron mis interrogantes, me
enviaron documentación o me dijeron donde podía encontrarla. Por eso quiero expresar mi gratitud al doctor Christopher Brannígan, a los profesores Edward Cervenka, Starkey Óuncan (h), Ralph Exime,
Edward T. Hall, Eckhard H. Hess, Carroll E. Izard, y Sidney Jourard; a los doctores Augustus F. Kinzel
y Robert E. Kleck; al profesor George F. Mahl; al doctor Melvin Schnapper; a los profesores Thomas
A. Sebeok, Robert Sommer, Silvan Tomkins y Henry Truby; y finalmente a los doctores lan Vine y
Harry Wiener.A Mamu Tayyabkhan y también a Karen Davis que leyeron el manuscrito pacientemente y que
fueron mis críticos más duros y mis más calurosos defensores. A Joan Fredericks que, en el punto
crucial, me benefició con su experiencia de editora y su consejo.
Por último, mi especial agradecimiento a Rebecca y Jeffrey Uavis, que de tanto en tanto consintieron cariñosamente en atenderse mutuamente y me dejaron más tiempo libre para trabajar.
PRÓLOGO
NOTA PARA EL LECTOR
Pertenezco a la clase de personas que no confía plenamente en el uso del teléfono. No es que
considere que el sistema telefónico se esté desintegrando —a pesar de que en ciertas circunstancias da
esa impresión—sino que al emplear este medio me parece que no logro saber a ciencia cierta lo que está pensando realmente la otra persona. Si no puedo verla, ¿cómo puedo adivinar sus sentimientos? Y,
¿qué importancia tiene lo que dice si desconozco lo que piensa?
Tal vez fue por esta característica mía que sentí tanta curiosidad cuando, hace más de cuatro
años encontré en el "New York Times" una noticia sobre un nuevo campo de investigación: La comunicación noverbal. Al poco tiempo me encargaron que escribiera un artículo sobre el tema para
la revista "Glamour". Cuando terminé el trabajo al cabo de tres o cuatro meses, tuve la sensación de
haber tratado el tema superficialmente y que había mucho más que aprender al respecto.
Muy a menudo, cuando escribo un artículo me siento inclinada a cambiar de carrera. Si entrevisto a un antropólogo, termino deseando convertirme en un antropólogo. Si paso una hora
consultando a un psicoterapeuta, cuando salgo al ardiente sol de las calles de Nueva York, me pregunto
por qué demonios habré elegido ser escritora cuando muy bien podría haber estudiado psicología en la universidad y haber dedicado mi vida a esta profesión. Lo que me fascina no es la carrera, sino el tema
en sí.
De cualquier manera, después de haber pasado varios meses en contacto con la comunicación
no verbal, el efecto que experimenté, fue más profundo que lo habitual, estaba entregada por completo
al tema y no podía soportar la idea de dejarlo. Por lo tanto, durante el siguiente año y medio recorrí universidades e institutos de salud mental, ya que allí se lleva a cabo la mayor parte de la investigación.
Tuve entrevistas con psicólogos, antropólogos y psiquiatras; lo que da una pauta de la diversidad de
personas que se ocupan del tema. Vi interminables películas en blanco y negro de gente sentada
conversando y de gente conversando de pie. Por lo general las pasaban en cámara lenta, de manera que
los movimientos ...
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