Algo

I

Le despertó el sonido del reloj, como todas las mañanas. Un sonido hueco, enlatado, carente de piedad o sentimientos, no la voz de alguien que hubiese dormido con él, ojalá hubiese dormido con alguien, aunque pensándolo bien, era normal que nadie durmiese a su lado, no porque fuera feo según los cánones tradicionales, simplemente no se molestaba en conocer a nadie. Todos le parecíaniguales, podría decirse que se encontraba y se sentía solo.
Había sido hijo único de unos padres que no tuvieron relación con la familia, los amigos de la infancia habían desaparecido, quizás nunca fueron amigos sólo conocidos. Había estado con algunas chicas pero nada serio, sólo sexo y algunos meses de relación que siempre acababan igual: “Lo siento he conocido a alguien más interesante que tú idiotapusilánime” No lo decían pero él lo veía en sus excusas, en sus falsas caras de pena y en sus perfiles de las redes sociales unas semanas después. Y qué decir del trabajo, en fin, era un trabajo. A veces utilizaba programas otras sus propias manos, nada difícil como creía en su época de universitario, sólo un número eso era y eso se sentía, una cara más en la multitud, un voto inútil más, unaestadística.
Tras cinco minutos consiguió levantarse de la cama, nunca le gustó levantarse temprano. Se dirigió a la cocina y encendió la radio, así al menos tenía una voz en el apartamento. Encendió la cafetera, puso pan en la tostadora y se dirigió a darse una ducha, como todas las mañanas.
Lo tenía calculado, el tiempo bajo el agua era el mismo que tardaba en tostarse el pan, aunque no lehabría importado que la tostadora ardiese y el apartamento con el dentro. A nadie le importaría, sería una noticia más a pie de página en los periódicos, unas letras que pasan rápido en las noticias del mediodía.
Duchado, desayunado y vestido con el traje, comprobó que llevase las llaves, la cartera y el móvil, como todas las mañanas.
Se montó en el bus que le llevaba al otro lado de la ciudad, dondeestaba su trabajo. Hubo un tiempo en el que le divertía viajar en autobús e intentar adivinar a donde iba cada persona por su expresión, forma de vestir… Quizás le habría seguido gustando si hubiera tenido a alguien con quien jugar, pero solo, era muy aburrido.
Se bajó en la decimotercera parada del autobús, como todas las mañanas. Al dirigirse a su edificio de oficinas, levantó la vista, elcielo era plomizo y amenazaba con lluvia, lástima que no tuviera paraguas, pero ya era tarde y no valía la pena preocuparse.
-Buenos días – saludó al guarda.
-Buenos días amigo – le respondió, aunque ambos sabían que no eran amigos, una de tantas fórmulas de cortesía aprendida con los años.
El ascensor llegó a su planta, se bajó, giró dos veces a la derecha y una a la izquierda para llegar a sucubículo y encendió el ordenador, mientras se iniciaba se fue a por su segundo café. Siempre había pensado que una máquina de cocaína sería más útil, o al menos te despertaría más rápido. Pero claro no era socialmente correcto.
-Eh, ¿Qué tal el fin de semana? – le preguntó un compañero de trabajo mientras removía su poleo menta.
-Bastante bien gracias – mintió – estuve por ahí con unos amigos, ¿ytú qué?
- Pues nada, con la familia, el viernes nos fuimos a un pueblecito cerca de aquí que nos habían recomendado y no te vas a creer lo que nos pasó cuando llegamos.
-Cuenta, cuenta.
-Pues verás resulta que… - en fin, su compañero empezó a hablar de él mismo, lo que la verdad le importaba una mierda, pero estaba acostumbrado a desconectar, en cuanto le preguntabas a alguien sobre su persona,tendían al soliloquio, para él era lo mismo que el silencio, le gustaba el silencio.
-Vaya que bien – cortó cuando le pareció que tocaba – En fin me voy con el ordenador que hoy tengo bastante que hacer, hasta luego.
-Suerte – le contestó el otro.
El ordenador estaba listo para la acción, lástima que hubiera realizado ya el trabajo de esa semana en el fin de semana, eso le dejaría una...