algun_dia_nos_lo_contaremos_todo 1os_capitulos

Páginas: 17 (4224 palabras) Publicado: 13 de octubre de 2015
Daniela Krien

Algún Día nos lo
Contaremos Todo
Traducción del alemán de
María José Díez Pérez

Título original: Irgendwann werden wir uns alles erzählen
Copyright © Ullstein Buchverlage, GmbH, Berlín. Publicado en 2011 por Graf Verlag
Copyright de la edición en castellano © Ediciones Salamandra, 2013
Publicaciones y Ediciones Salamandra, S.A.
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ISBN: 978-84-9838-532-8
Depósito legal: B-10.419-2013
1ª edición, mayo de 2013
Printed in Spain
Impresión: Romanyà-Valls, Pl. Verdaguer, 1
Capellades, Barcelona

para Christian, Clara y Rosa

Y el amor fue el origen y el señor del mundo, pero
todos sus caminos están llenos de flores y sangre,
flores y sangre.
Knut Hamsun, Victoria

1

Es verano, un verano caluroso, espléndido. Lafinca cons­
ta de tres edificaciones. En el centro, una casa alargada e
independiente, de dos plantas y un gran desván. A la iz­
quierda, el granero anejo; se entra por un portón de ma­
dera en el frente y se sale por otro en la parte posterior.
Detrás, a unos metros de distancia, una construcción an­
cha y plana, de madera: el aserradero. Campos y prados
se extienden hasta el río. Un trecho ríoarriba, poco antes
de llegar a una vieja presa, hay un cobertizo medio en
ruinas. En la otra orilla se yergue una pronunciada colina
poblada de árboles.
La construcción de la derecha da cobijo a las vacas y
las gallinas. Detrás, en una casita de madera elevada del
terreno y con suelo cubierto de viruta y paja, se alojan los
gansos. En un anejo que amplía en diez metros los más de
treinta que mideel establo están los vehículos. También
aquí, igual que en el granero y el establo, se accede por
un portón y se sale por otro igual en la pared posterior.
Mirando a la izquierda, desde allí se divisa el redil, junto
al huerto; al frente se ven campos cercados y el terraplén
de la vía férrea y, tras los raíles, a cierta distancia pero cla­
ramente reconocible, la finca de Henner.
11

La granja delos Brendel y la de Henner son las ma­
yores del lugar. Dicen que en esta última todo sigue como
antes de la guerra: los muebles, las estufas, los suelos, los
ventanucos que no cierran bien. En invierno proba­ble­
mente hace frío. En este aspecto los Brendel son más mo­
dernos, cuentan incluso con calefacción central. Al entrar
en la casa se accede a un pequeño recibidor. A izquierda
y derecha seabren puertas que dan a la cocina y las habita­
ciones; todo recto, una escalera conduce arriba; tras la es­
calera están la puerta por la que se sale al huerto y la entra­
da al sótano.
Los cuartos de abajo los ocupan Siegfried, Marianne
y Lukas; los de arriba, Frieda y Alfred; la buhardilla es
nuestra, de Johannes y mía.
En la cocina, que es la estancia más grande, se conser­
va la vieja cocinaeconómica, que aún puede usarse, pero
la abuela Frieda se acostumbró hace tiempo a la eléctrica.
Los asientos tienen más años que ella, al igual que la gran
mesa de comedor y la sólida alacena. Sólo los armarios col­
gados de la pared y una encimera datan de los tiempos
de la rda. Todo está limpio y ordenado, aunque siem­pre
a oscuras. Ahora, en verano, las ventanas suelen perma­
necer abiertas.Son ventanas antiguas, con manija girato­
ria; de los marcos se desprende pintura blanca cuarteada.
El techo, bajo, resulta opresivo y protector a la vez.
Siegfried, el padre, está sentado a la mesa. Dada la impo­
nente sombra que desde fuera proyecta el castaño, por las
ventanas sólo entran pequeños jirones de luz vespertina.
Nadie habla; los rostros de la familia están tan poco ilu­
minados...
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