Alighieri Dante La Vida Nueva
LA VIDA NUEVA
DANTE ALIGHIERI
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La vida nueva
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I
En aquella parte del libro de mi memoria, antes de la cual poco
podía leerse, hay un epígrafe que dice Incipit vita nova. Bajo este epígrafe se hallan escritas las palabras que es mi propósito reuniren esta
obrilla, ya que no en su integridad, al menos sustancialmente.
II
Luego de mi nacimiento, el luminoso cielo había vuelto ya nueve
veces al mismo punto, en virtud de su movimiento giratorio, cuando
apareció por vez primera ante mis ojos la gloriosa dama de mis pensamientos, a quien muchos llamaban Beatriz, en la ignorancia de cuál era
su nombre. Había transcurrido de su vida el tiempo quetarda el estrellado cielo en recorrer hacia Oriente la duodécima parte de su grado y,
por tanto, aparecióseme ella casi empezando su noveno año y yo la vi
casi acabando mis nueve años. Llevaba indumento de nobilísimo, sencillo y recatado color bermejo, e iba ceñida y adornada de la guisa que
cumplía a sus juveniles años. Y digo en verdad que a la sazón el espíritu vital, que en lo recóndito delcorazón tiene su morada, comenzó a
latir con tanta fuerza, que se mostraba horriblemente en las menores
pulsaciones. Temblando, dije estas palabras: Ecce deus fortior me,
veniens dominabitur mihi. En aquel punto, el espíritu animal, que mora
en la elevada cámara adonde todos los espíritus sensitivos del hombre
llevan sus percepciones, empezó a maravillarme en gran manera, y
dirigiéndoseespecialmente a los espíritus de la vista, dijo estas palabras: Apparuit jam beatitudo vestra. Y a su vez el espíritu natural, que
reside donde se elabora nuestro alimento, comenzó a llorar, y, llorando,
dijo estas palabras: Heu miser! quia frequenter impeditus ero deinceps!
Y a la verdad que desde entonces enseñoreóse Amor de mi alma,
que a él se unió incontinente, y comenzó a tener sobre mí tantoascendiente y tal dominio, por la fuerza que le daría mi misma imaginación,
que vime obligado a cumplir cuanto se le antojaba. Mandábame a me3
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nudo que procurase ver a aquella criatura angelical. Yo, pueril, andábame a buscarla y la veía con aparecer tan digno y tan noble que ciertamente podíansele aplicar aquellas palabras del poeta Homero:«No
parecía hija de hombre mortal, sino de un dios.»
Y aunque su imagen, que continuamente me acompaña, se enseñorease de mí por voluntad de Amor, tenía tan nobilísima virtud, que nunca consintió que Amor me gobernase sin el consejo de la razón en
aquellas cosas en que sea útil oír el citado consejo.
Pero como a alguno le parecerá ocasionado a fábulas hablar de pasiones y hechos en tan extremadajuventud, me partiré de ello, y, pasando en silencio muchas cosas que pudiera extraer de donde nacen éstas,
hablaré de lo que en mi memoria se halla escrito con caracteres más
grandes.
III
Transcurridos bastantes días para que se cumplieran nueve años
tras la supradicha aparición de la gentilísima criatura, aconteció que la
admirable mujer aparecióseme vestida con blanquísimo indumento,
entre dosgentiles mujeres de mucha mayor edad. Y, al entrar en una
calle, volvió los ojos hacia donde yo, temeroso, me encontraba, y con
indecible amabilidad, que ya habrá recompensado el Cielo, me saludó
tan expresivamente, que entonces creíame transportado a los últimos
linderos de la felicidad.
La hora en que me llegó su dulcísimo saludo fue precisamente la
nona de aquel día, y como se trataba de laprimera vez en que sonaban
sus palabras para llegar a mis oídos, embargóme tan dulce emoción,
que apartéme, como embriagado, de las gentes, apelé a la soledad de mi
estancia y púseme a pensar en aquella muy galana mujer.
Pensando en ella se apoderó de mí un suave sueño, en el que me
sobrevino una visión maravillosa, pues parecíame ver en mi estancia
una nubecilla de color de fuego, en cuyo interior...
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