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El poder... ¿el mejor afrodisíaco para las mujeres?
Publicado el 24/Noviembre/2013 | 00:00

“ Profe, ¿quiere un chicle?” Camila Almeida solía acercarse a José Luis Albán, cuando la hora de clase de Lógica terminaba. Era el pretexto que hallaba para conversar un momento con él. Su “media sonrisa” la seducía. 

La relación profesor-alumna es mítica. Todas las mujeres se han enamorado alguna vezde su maestro. ¿Autoridad? ¿Inteligencia? ¿Supremacía?... No se sabe qué es. Pero hay algo en el poder que seduce. 

Almeida tiene 24 años y recuerda a su profesor como un hombre que la deslumbraba con su inteligencia. Su facha era  la de un intelectual. Usaba lentes cuadrados, parecidos a los de Clark Kent, y en sus horas huecas iba a la cafetería a leer un libro mientras tomaba un café. Eso nollamaba su atención. Era su condición de maestro lo que la seducía. No hubiera sido lo mismo si, durante el recreo, uno de sus compañeros se sentaba a leer en la cafetería. “Es que un profesor es alguien lejano. Hay un misterio en él. Puede ser buena gente, pero siempre hay una barrera que te aleja. Quieres acercarte y después te da miedo. Creo que eso es lo atractivo”. Para ella, Galbán era comoun papá joven y buena gente. 

Para Melina Caballero, quien estudia Economía en la Universidad de las Américas, la relación con sus maestros no era tan misteriosa. Se llevaba muy bien con ellos, en especial con los más jóvenes, pero el que tuvieran autoridad sobre ella hacía que las cosas fueran distintas. “A veces pensaba: qué pendejada que sea mi profe. Nos llevábamos bien, íbamos a fumar untabaco, salíamos a comer... Luego recordaba que era mi profe. Era como si hubiese bajado un par de escalones por un momento y luego hubiese vuelto a subir. En parte eso llamaba mi atención”. 

Los profesores lo saben. En la Universidad San Francisco de Quito, César Salazar imparte clases de Literatura. Él piensa que la relación profesor-alumna es muy distinta de la relación profesora-alumno. “Loshombres somos un poco más simples. No nos importa mucho la opinión de una profesora, admiramos su belleza en general. Pero creo que las mujeres dan más importancia a esto. Te miran fijamente y con admiración. Están atentas a clase y valoran mucho lo que piensas cuando  dices algo”. 

Esta relación se repite en el ámbito laboral. Alejandra Samaniego trabaja en una empresa de la que prefiere no decir sunombre. Ella dice que la relación con su jefe es como de marido y mujer: “Él tiene un poder sobre mí. Sabe qué hacer para que lo odie y qué hacer para que lo ame. Sabe cómo hablarme, cómo manejarme. Cuando me enojo, preferiría que me mande a la China, pero él comienza a hablarme en voz baja y me tranquiliza”. Él es el único en la empresa a quien ella otorga ese poder. Hay otros jefes a quienesadmira, pero el hecho de que él ocupe el puesto más alto es lo que a ella le atrae. “A veces se equivoca horrible y después se da cuenta. Lo que me mata es que piense mal de mí”. No le pasaba lo mismo con su antigua jefa. A pesar de que tenía un caracter muy fuerte, Samaniego no se dejaba influir. Ella dice que aceptaba su punto de vista, pero que no se dejaba desarmar, ni se alegraba tanto comoahora cuando su jefe actual reconoce su trabajo. 

El poder seduce a las mujeres. Es un afrodisíaco masculino natural. El ejemplo más claro es la figura de un presidente. Hace dos años, Sara Urizar trabajaba en la Secretaría Nacional de la Administración Pública. Estuvo frente a Rafael Correa algunas veces y vio la reacción de la gente, en especial de las mujeres, cuando él llegaba a saludar. “Lo quemás me llamó la atención fue que en el gabinete formal el tipo es completamente distinto de lo que es en las sabatinas, por ejemplo. Ahí es mucho más concreto, es sensato y no tiene ese tonito cínico que normalmente tiene cuando habla en público. Y cuando camina por el Palacio, va saludando a todo el mundo con sonrisa de oreja a oreja, como cualquier estrella de rock. No sé si sea el efecto del...