Alta Infidelidad
Uno no puede evitar esas cosas, aunque lo intente.
No lo intentó tampoco. Pero en días como ése le
gustaba pensar en lo que habría pasado de hacerlo.
En lo que sería de ella si hubiera elegido cualquier
otra cosa, la que fuera. No deberíamos malgastarnos
tanto en el amor, pensó, no hay una razónobjetiva
para elegir el amor sobre cualquier otra experiencia.
Pisó el acelerador, creía concentrarse en llegar lo más
pronto posible. En realidad lo que estaba haciendo
era tratar de convencerse. Al lado de Julián se sentía
volar. No importa de qué humor estuviera, siempre
se excitaba, siempre era fascinante. No él, sino ella.
Y ésta era una razón para haber elegido a Julián sobre cualquierotra cosa. Por ejemplo, los dichosos
estudios de género. Aunque también estaba la historia de su mala suerte. Dos razones como dos gemelas
tiránicas: una, el deseo frenético; otra la mala suerte.
El amor es un perro del infierno, pensó. Eso decía
Bukowski. ¿Podría alguien sostener lo contrario?
Miró a los lados del coche, como si preguntara a un
público inexistente. No ella. Esperó que laluz del
semáforo cambiara a verde, después aceleró y hurgó
un poco dentro de su mente. Del deseo encontró
poco qué pensar. Ninguna conclusión. De la mala
suerte, en cambio, tenía varios ejemplos.
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Primero había sido aquel tío, a sus cuatro
años, cuando ella, vestida como un pastel, se acercó
a saludarlo y él la sentó en sus piernas. Bajo elvestido de encajes sintió de pronto que la mano del tío
sacaba algo blando de un cierre y que ponía aquello
debajo del vestido hampón. Y sintió también cómo
se mecía y se apretaba el tío, deteniéndose sólo para
aplaudir entre un número y otro de aquel festival,
como si estuviera muy contento con lo de los perritos brincando aros, tomando las manitas de ella
y haciéndola aplaudir también. Comoprimera experiencia no fue algo espantoso, aunque tampoco lo
contó. Más tarde, hasta ella misma llegó a pensarse
como una persona discreta. Decidió entonces que
había secretos para decir aunque la mayoría eran
para guardar, y no siempre se guardaban los más terribles, sino los más inconvenientes. Por ejemplo: lo
que sentía cuando de adolescente se acercaba a un
grupo de jóvenes en las fiestas ylos veía dispersarse,
riendo y lanzándose miradas al ver su rostro sembrado de barros, como si se aproximara una explosión
de hormonas viviente. Cuando oyó el primer apodo
se sintió morir. Le dijeron Vodka, porque estaba hecha de grano. Cuando oyó el segundo fue como una
piedra cayendo sobre una larva casi calcinada por el
sol: Ventana Colonial, por los barrotes. Cuando oyó
el tercero, ya sehabía acostumbrado.
La crisis nerviosa fue sutil. Tomó la forma de
una voz, la voz de su madre diciendo: mírate en mí.
Las mujeres no necesitamos de la aprobación masculina. Esto la aterró bastante y la inspiró a hacer varias
dietas. La de la luna, la de la piña y leche, la dieta de
la desesperación, a base de restos de uñas. Cuando
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cumpliódiecisiete se mudó a vivir sola. No hablaba
con nadie y cuando iba a algún parque desviaba la
mirada de las parejas. Vivía en una pequeña habitación de un edificio de cuatro pisos y aunque nunca
saludaba, en general los hombres mayores se le acercaban. Le clavaban los ojos como a un cadáver.
—Me preocupo por ti —eso le decían.
Nunca eran solteros ni casados, sino siempre
hombres que estabanseparándose o a punto de separarse de sus mujeres. Como norma, estaban decepcionados de algo o de todo, eran depresivos y molestos, como la lluvia. Los pocos jóvenes que conoció
estaban obsesionados por hacer bíceps en un gimnasio o eran demasiado apáticos. Sobre todo, eso.
—¿Cómo puedes leer a alguien que se llame
Honorato? —le había dicho uno con el que durmió
luego de una noche apasionada,...
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