alumno

La ira del César

Hervía la sangre inocente
En la arena del circo romano.
Bajo un sol de fuego
La figura imponente del César
Se mostraba al pueblo,
Y la chusma insana,
Cobarde, inhumanaPedía más sangre

Hubo un gran silencio
Cargado de espera.
La mano enjoyada del amo
Se alzó con destreza,
Y al conjuro de su asentimiento
Una blanca y esbelta figura
Con la frente en alto,Emergió en la arena

Se escuchó un murmullo
Que suave primero, fue como las olas,
Muy pronto en aumento,
Y llegó hasta el trono del César,
Quien al ver a la virgen serena
Que avanza hacia elruedo,
Reconoce en la pálida niña
A la noble hija del grande Pompeyo.

Su estupor es grande,
No puede creerlo
¿Ella, cuya mano la disputan cientos?
¿Ella, que en la corte luciera su gracia,
Degran señorita de regio abolengo?
Y ahora en la arena, estaba diciendo,
Que pertenecía a la secta obscura,
Despreciada y pobre de los nazarenos

¿Serían visiones que estaba sufriendo?
¿O quizás seencontraba soñado?
¿o tal vez sus orgías
Con exceso de vino y sin freno
En las que se encontraba
Cada noche y día,
Estaban minando sus nervios de acero?
Pero no, era ella y venía sonriendo.Avanzó tranquila en la candente arena,
Con las blancas manos cruzadas al pecho,
Seguros sus pasos, erguido su gesto.
De pronto detuvo su marcha y alzó su tierna mirada
A la cara del fiero tiranoY dijole con suave y dulcísimo acento:

-“César, adivino en tus ojos
No lo crees cierto,
Que yo, la noble hija
Del grande Pompeyo,
Sea la misma joven
Que hora estás viendo,
Condenada al másvil de los martirios
En presencia de todo tu pueblo”.

“Más yo te comprendo,
Para ti la vida no es más que una orgía
Con exceso de vino sin freno.
No crees que exista un ser tan sublime
Como elque yo creo,
Por el cual doy mi vida,
Y si por él fuera preciso,
Mil vidas daría, aún a este precio

Calló la tierna y valiente cristiana,
Mas la ir del césar
Rompió el gran silencio.
-¡A las...